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La Educación Formal en Uruguay: Cambio de Cambios Printable Version PRINTABLE VERSION
by Antonio García, Uruguay May 11, 2005
Education   Opinions

  

La Educación Formal en Uruguay: Cambio de Cambios
Otro dato interesante para un análisis es que de los estudiantes que ingresaron a 1er año de enseñanza secundaria pública en 1996 sólo el 19% realiza un cursado óptimo (terminando 5to. Año en 2000 e inscribiéndose a 6to.), el 57,9% sale del sistema educativo entre 1996 y 2000 y el 22,9% permanecen rezagados en el sistema.

A pesar de la gravedad de estos datos la situación uruguaya es buena comparada con la región, sobretodo en los índices de escolarización en enseñanza primaria. Su tasa de analfabetismo es del 2,2%, en comparación con el 3,7% de argentina o el 13,% de Bolivia.

En cambio la asistencia escolar si se toma la población hasta 29 años es la más baja de la región (60,4%) después de Paraguay (60%).

Uruguay presenta las tasas de reprobación más altas de la región 10,3% del primario, 19,7% del secundario bajo. Como contraparte, tiene las tasas de abandono más bajas, con un 0,6% en el primario y un 2,7% en el secundario bajo.

En cuanto al gasto en dólares por alumno, surgen datos interesantes, así, si bien tenemos un buen gasto comparativo con la región en la enseñanza primaria (US$ 1011, sólo superado por Argentina). Pero quedamos definitivamente por debajo de los demás países en el nivel universitario (Uruguay US$ 2057, Brasil US$ 13567, Paraguay US$ 4012).



UNA MIRADA CRÍTICA A ESTOS INDICADORES

Si bien los indicadores globales reflejan una realidad, no podemos perder la diversidad con la que están construidos esos indicadores, diversidad que al ser contemplada revelan otras realidades.

Ya en los datos del apartado anterior podemos ver como los datos cambian si los dividimos de acuerdo al ingreso per cápita en la familia. Esos datos están agrupados en dos grupos: primer y segundo quintil se agrupan bajo “menores recursos” y tercer, cuarto y quinto quintil bajo “mayores recursos”. Pero, teniendo en cuenta que América Latina se caracteriza por los altos niveles de desigualdad en la distribución de riqueza, esta brecha se ampliaría aún más si separáramos el quintil de mayores ingresos y lo comparáramos con los cuatro quintiles restantes.

Plantea Eduardo Lora : “Uno de los rasgos de la mala distribución del ingreso en América Latina es la enorme brecha que hay entre las familias que pertenecen al decil de más altos ingresos y las demás [...] si se recalculan los índices de Gini sin incluir al decil más rico, se encuentra que la concentración del ingreso de los países latinoamericanos no difiere en forma sistemática de la de Estados unidos [...]si América Latina tuviera la distribución del ingreso que corresponde a su nivel de desarrollo de acuerdo con los patrones internacionales, la incidencia de la pobreza sería la mitad de lo que es realmente...”.

Tomando esto en cuenta podemos pensar en la conveniencia de separar el quintil de mayores ingresos en los indicadores educativos para poder contrastar los datos con y sin él.

Sólo a modo de ejemplo, si tomamos los alumnos de sexto año de primaria que alcanzaron nivel de suficiencia en lengua materna y matemáticas según el contexto socio cultural tenemos que:

Contexto socio cultural de la escuela (1999)
Muy favorable Favorable Medio Desfavorable Muy desfavorable
L. Materna 88 73.9 61.5 51.4 46.7
Matemática 71.2 51.5 39.4 27.9 27.9

De acuerdo a estos datos podemos pensar que un constructo que no discriminara contextos socio culturales y económicos sería poco fiel a la realidad que describe dada la dispersión de los valores que lo componen.

En otro orden de cosas, indicadores como la tasa de alfabetización no parecen decir mucho si no se va más allá de la “cifra dura”. En este caso, por ejemplo, si bien Uruguay tiene sólo un 2,2% de analfabetismo, esta tabla abre una situación a atender que es la calidad de la alfabetización del 97,8% de la población y su discriminación de acuerdo al contexto de donde se proviene.

La profundización de la crisis económica en Uruguay ha sido vertiginosa en los últimos años (situación compartida con otros países de la región como Argentina). En el año 2002, pico visible de la crisis, el aumento de la pobreza pasó del 16,7% al 31,3% (Instituto Nacional de Estadísticas 2003). Gustavo De Armas plantea tres consecuencias de la crisis: la agudización del fenómeno de la “infantilización de la pobreza”, el aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso y la transformación de la indigencia en un fenómeno visible, contracara de la creciente exclusión social [De Armas:2004:pág.5].

En este sentido, indicadores como el de analfabetismo parecen no decir ya mucho. Hace ya tiempo que se cuestiona el concepto de alfabetización como “saber leer y escribir”, seguramente con estas dos habilidades no alcanza para ser incluido por la sociedad. Parece necesario construir un índice de inclusión-exclusión que permita cuantificar la eficacia de las políticas de inclusión educaticvas, lo que requiere de un esfuerzo de análisis y sistematización de aquellos factores que determinan el carácter de “inclusión” y “exclusión” en nuestras sociedades.







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Antonio García


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