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TAMBOGRANDE: Entre el banco de oro y el desarrollo sustentable Printable Version PRINTABLE VERSION
by Rolando, Peru May 18, 2005
Environment   Opinions

  


En contra de opciones sostenibles, se ha establecido de manera peligrosa la relación entre desarrollo y minería, que justifica priorizar el proyecto Tambogrande aún en contra de la población a quienes afecta. Se piensa en la minería como solución a los problemas regionales, de la misma manera como se asumió la explotación petrolera el siglo pasado. Al parecer no se ha tomado en cuenta la experiencia que dicha explotación ha dejado en todos estos años: contaminación, pobreza para la población a sus alrededores, despilfarro de los recursos, etc. Además, como con cualquier poder, se debe tener cautela con la influencia que puede ejercer la minería sobre aquellos en cuyas manos se deposita la labor de proteger a las personas.

Explotar el banco de oro en post del famoso efecto chorreo podría traer bonanza económica temporal. Pero después de ello ¿qué? Sin tierras donde sembrar, sin trabajo donde ocuparse, la bonanza terminaría con los restos de la nueva ciudad. Yo diría que los tambograndinos han elegido conservar su “gallina de los huevos de oro”, actuando en uso de la razón que les refería la conservación como única opción. Si todos conocemos la historia de la gallina de los huevos de oro y sabemos la enseñanza, la pregunta cae por su propio peso ¿Son retrógradas quienes prefieren dejar viva la gallina en lugar de matarla? En todo caso, los que prefieren explotar el “banco de oro”, con los materiales nocivos que ello producirá, quizás deban esperar del “chorreo” algo más que un flujo temporal de dinero: Ojalá y nunca suceda.

Conclusión

Las dudas de la población sobre los actores que defenderán sus derechos fundamentales, imponen a la administración pública el velar porque los mecanismos de participación ciudadana se efectivicen. En la viabilidad de cualquier proyecto, las razones y fundamentos, en pro y en contra, deben encontrarse en franco debate público para así poder asegurar que la opción a elegir sea la más conveniente para la vida de las personas. La política que arremete y ataca a los ciudadanos, antes que a sus fundamentos, solo acrecienta el problema de la desinformación y la desconfianza. Al final, las razones y fundamentos deben primar a la imposición, porque lo último solo genera violencia y destrucción.

Nuestra legislación ha avanzado considerablemente en la participación de los ciudadanos en el ámbito ambiental. Tenemos la normativa base para defender los derechos de las personas, pero para llegar a su real concreción, es necesario otorgarle a la población la oportunidad de hacer uso de ellas. El fortalecimiento de dicha participación, a través de la capacitación de los líderes locales en los instrumentos existentes, es tarea en la que no solo debería intervenir el gobierno sino toda la sociedad. Evitar la tiranía del poder, propiciando el imperio de la razón y el diálogo, traerá consigo la toma de decisiones concertadas entre población y gobierno, que evite en fin, revueltas innecesarias.

Yo creo en las soluciones concertadas pero, sobre todo, creo en el derecho de las personas a gozar de un ambiente sano. Pienso que para la defensa del derecho a la vida todo esfuerzo resulta poco tomando en cuenta el bien jurídico plausible de lesión. Debemos, entonces, hacer uso de todos los instrumentos legales, técnicos, tecnológicos, pero sobre todo de la razón en pro de la vida. Considero, por ello, que la minería, por el riego latente de afectación al ambiente, se debe tener como última opción de desarrollo económico. Eso también considerando que las afectaciones al ambiente de zonas pobladas tendrán repercusiones graves en la vida de las personas.

Es evidente que la población tiene el derecho de decidir lo que desea para su futuro: Tambogrande lo decidió así. Se podría decir que los pobladores de aquella localidad, al igual que el Jefe indio de Seattle en 1854, optaron por no olvidar “…la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos (...)”. Todos tenemos una responsabilidad intergeneracional, mal heredada de nuestros padres pero que es el patrimonio de nuestros hijos. Olvidarla sería olvidar nuestra identidad como seres humanos, temporales en este planeta, fraternos por naturaleza. Si no tenemos un proyecto a futuro, si no conservamos los ecosistemas y con ellos nuestra propia vida, el significado de futuro, nuestro y de las generaciones siguientes, perdería todo su sentido.

Rolando Zapata Rumiche
Editor Joven Campaña de Desarrollo de los Objetivos del Milenio
Piura – Perú



Bibliografía consultada:

ALEGRE CHANG, Ada: Política y legislación ambiental en el Perú desde la CNUMAD (1992). En: “De Río a Johannesburgo: Perspectivas del Derecho Ambiental en Latinoamérica”. PNUMA, 2002.

CALLE VALLADARES, Isabel: ¿Conoces tus derechos ambientales? Lima: Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, 2003.

CAILLAUX ZAZZALI, Jorge: Lenguaje, derecho y desarrollo sustentable. En: 4º Coloquio FARN: Propuesta de políticas para el desarrollo sustentable. Salvador de Jujuy, 2001.







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