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Por ANDDY LANDACAY HERNÁNDEZ
“ ¡Cholo de mierda!” , “Rosquete de mierda”, “¡Negro bruto!”, “¡chuncho apestoso!”, “!misio cagón!”. ¡Hija de puta!. Suena fuerte poner estos epítetos por escrito, pero al mismo tiempo es un ejercicio interesante: Los escuchamos todo el tiempo e incluso, siendo sinceros: ¿cuantas veces las hemos usado nosotros?. ¿Cuántas veces hemos reaccionado de manera brutal contra el prójimo calificándolo con lo primero que se nos vino a la mente?.
Una de las principales diferencias del hombre con los animales es haber podido realizar abstracciones y a través de ella llegar a crear símbolos y signos. El lenguaje verbal nos permite la comunicación a otro nivel y al mismo tiempo, a través de ella transmitir sentimientos, dudas, necesidades e ideas de una manera clara. ¿Recuerdan el comercial del bebé que quería indicarle al papá que quería tomar leche y éste no le entendía? En ese caso la imposibilidad del niño de usar el lenguaje verbal impedía la comunicación.
No obstante así como el lenguaje nos puede ofrecer momentos sublimes como, por ejemplo, un poema de Neruda: “Me gusta cuando callas porque estás como ausente”, también el lenguaje puede servir como instrumento de agresión. Si en el mundo real un golpe de puño en la cara significa: “Te detesto”. En el mundo de las palabras se buscará el equivalente semántico que cause el mismo o mayor dolor. De esta forma nacen las groserías o llamadas equivocadamente“MALAS PALABRAS” que de niño los padres y profesores nos decían que no debían pronunciarse pero que ellos mismos en más de una oportunidad pronunciaban como mucho más ahínco que cualquier cobrador de combi.
Estas palabras tienen dos características importantes: la rapidez y la vehemencia. Imagínese que usted encuentra a un indeseable borracho molestando a su pareja. Entonces buscando solución en el mundo verbal hay dos opciones, decirle: “Señor desconocido entiendo que usted no se encuentra en el mejor de sus estados personales, pero quiere dejar de molestar a mi señorita enamorada o atenerse a las consecuencias?” o “!Carajo borracho de mierda deja de joder a mi enamorada o te saco la entreputa!!”. ¿Cuál de las dos formas de expresar lo mismo es la más rápida y entendible?. Obviamente lo segundo.
Así podemos darnos cuenta de que estas palabras se convierten en un desfogue emocional, un vehículo que canaliza una frustración de por medio, una indignación elocuente, que no puede ser expresada de otras formas o que quiere obtener un resultado, la misma reacción inmediata que produciría , por ejemplo, una cachetada.
Generalmente este prontuario de “PALABROTAS” (Como solían decir las abuelitas) están almacenados socialmente en eso que Karl Jung llamaba “Inconsciente colectivo” y que hace que guiemos algunas de nuestras acciones y reacciones a través de un patrón del cual no nos damos cuenta. El lenguaje está dentro de este patrón que es profundamente revelador de lo que es nuestra sociedad.
Y si el lenguaje dice mucho de las estructuras sociales, no es difícil entender entonces como, en las groserías , aparezcan reflejadas los odios y las contradicciones de un país que nunca terminó de integrarse. Por ejemplo, decirle a alguien : “!Serrano de mierda! o Negro de mierda” tiene una lectura que va más allá de la simple agresión en el ejemplo del borracho.
Detrás de estos insultos hay una interpretación sociológica, psicológica y hasta antropológica. Al hacer alusión a la etnia o al origen de la persona se está considerando como negativo el solo hecho de haber nacido con un determinado color de piel o en un determinado ámbito geográfico. Se busca mediante este tipo de lenguaje una “diferenciación” es decir subliminalmente se le pone en claro que ellos son “los otros”.
El Perú es una país profundamente racista. Lógicamente el lenguaje tiene que seguir en sus formas y contenidos estos mismos patrones racistas.
Aunque, para ser justos, el término más apropiado para denominar estos hechos es DISCRIMINACIÓN, porque en materia de odios, este abarca un espectro mucho mayor. Entonces ya no es solo es la condición étnica motivo de agresión, sino también el género, la condición económica, la orientación sexual, el lugar de procedencia y hasta el estado de salud. Hasta ahora se sigue llamando a los enfermos con VIH “Sidósos” que es bastante despectivo cuando el termino correcto es sidático.
Alguna vez escuché que el “Perú era un país dividido en 27 millones de peruanos” lo cual no está lejos de la realidad, porque en el Perú hace siglos que existe una “guerra fría” entre los propios peruanos. Odios no confesados que se traducen en múltiples aspectos, entre ellos, el lenguaje. La “Nación” del Perú es un mito. Y esto ha quedado reflejado en las ultimas elecciones. Qué en Ayacucho el 80% de votantes haya votado por OLLANTA HUMALA y que en Lima más del 60% haya votado por Alan GARCIA habla de una fragmentación realmente dramática.
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Writer Profile
ANDDY JOEL LANDACAY HERNANDEZ
Tengo que confesar que la mejor forma de superar mis demonios es escribiendo, y aunque durante mucho tiempo no he sido un buen amante de los blogs, ni de los enlaces electronicos, las circunstancias y el tiempo en que convivimos entre las tetas de la Bolocco, los feats entre Juan Diego y Gianmarco , el perreo chacalonero y los extramuros de Andrea Montenegro así lo ameritan.... Por eso agradesco este importante espacio a los gestores de esta iniciativa. Su amable servidor se llama ANDDY LANDACAY y es un joven periodista que ha tenido la desfachatés de publicar algunas de las cosas que humilde y caprichozamente he producido a lo largo de los últimos años. Amén.
plinio12@hotmail.com
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