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EDUCACION EN SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA: DESAFIOS Y RESPUESTAS
Por Patricia Aguilar
Psicóloga Clínica y Educadora en Sexualidad Humana
Al igual que en otros aspectos del conocimiento y del comportamiento humano, ha existido, de hecho una educación de la sexualidad, en el sentido de que siempre ha habido una transmisión de valores, opiniones y actitudes al respecto en concordancia con los cambios sociales y culturales de cada época.
Por lo tanto, se considere necesaria o no, se rechace o se esté a favor de darla, la educación sexual se produce naturalmente en la vida cotidiana.
Existe la creencia errada, de que la educación de la sexualidad se da exclusivamente como actividad consciente y voluntaria, habitualmente a través de la palabra y de textos escritos (educación formal).
Sin embargo, los conocimientos y la información que se adquieren de manera no formal e informal, superan ampliamente a los adquiridos a través de la formal.
El primer gran desafío en educación, es asumir un concepto más ecologista de la sexualidad, en donde la salud sexual se pone de manifiesto tanto en lo personal como en lo social y que el individuo y su entorno son permeables a esa educación sexual, formal, no formal e informal, sea correcta o incorrecta, independiente al modelo que plantee. La educación sexual tradicional ha sido, en general, informal, poco sistemática, acientífica, propagadora de falsos mitos y tabúes.
Por ello, reconocer nuestras falacias sería el primer gran paso y para hablar de “educación en salud sexual y reproductiva” tenemos que consensuar algunos conceptos de manera a tener un punto de partida y dirigir nuestras estrategias dentro de este marco.
En 1975 unos expertos de la OMS consagraron el concepto de “sexualidad sana” en tres nociones básicas:
1.La aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva, amoldándola a criterios de ética social y personal.
2.La ausencia de temores, de sentimientos de vergüenza, culpabilidad y creencias infundadas y de otros factores psicológicos que inhiban la reactividad sexual o perturben las relaciones sexuales.
3.La ausencia de trastornos orgánicos de enfermedades y deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y reproductiva.
Acotan que un programa de educación sexual debe dar cabida a enseñanzas sobre estos tres elementos, de acuerdo a las necesidades y sin perder de vista que las cuestiones sexuales son en parte problemas sociales.
Por otro lado, el documento de la OMS sobre Salud Sexual decía:
“Salud sexual es la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual, por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor”. Presenta decisiva importancia desde ese punto de vista, el derecho a la información sexual y el derecho al placer.
Así mismo, los grandes cambios sociales y culturales que acontecen constantemente en nuestras sociedades, han contribuido a la aparición de nuevas costumbres y nuevos comportamientos que han modificado puntos de vista tradicionales respecto a diversos temas. Gracias a ello, en la actualidad se entiende por el concepto de sexualidad como un proceso evolutivo (el desarrollo psicosexual), y con la propia experiencia personal, en un entorno social determinado, dejó de entenderse como lo meramente biológico.
Esta concepción llevó al cambio de muchas estrategias y replanteamientos del tema sexualidad desde la educación tanto formal como no formal.
Por otra parte, en mayo del 2000, el documento “Promoción de la Salud Sexual, Recomendaciones para la Acción” marca un hito importante para el desarrollo de la Sexología ya que luego de 27 años se propone una nueva definición para este tema.
Este documento resultante de la reunión de consulta a expertos de la OPS, OMS y la WAS (World Association for Sexology), primero en Antigua (Guatemala) y luego en Ginebra en enero del 2002 dice:
La Salud Sexual es la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. La salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables de las capacidades sexuales que propician un bienestar armonioso personal, y social, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social. No se trata simplemente de la ausencia de disfunción o enfermedad o de ambos.
Para que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales de las personas se reconozcan y garanticen.
A partir de este nuevo concepto se hace énfasis en la consecución de bienestar sexual, en el necesario carácter libre y responsable de las expresiones sexuales, en el enriquecimiento no solo individual, sino social.
Insiste nuevamente en que no es solo mera ausencia de disfunción o enfermedad y sobre todo, proclama la necesidad de que los derechos sexuales estén en vigencia y garantizados en la sociedad, como marco ineludible para alcanzar esa salud sexual.
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