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Aunque para muchos todavía sigue siendo un tema resistido o en los casos más extremistas, combatido por pernicioso o inmoral. Al margen de ciertas miopías, que siempre están al orden del día, lo importante es resaltar el carácter positivo con el que la sociedad actual permite habilitar un espacio para el conocimiento de la sexualidad y en el que es necesario avanzar inteligentemente para proteger y cuidar a los jóvenes a través de acciones y programas socioeducativos.
Como sabemos, “prevenir siempre es mejor que curar” y la mejor forma de prevenir es promocionando espacios socioeducativos que puedan ser representativos del lugar que los jóvenes necesitan para evacuar las preguntas, los temores, los conocimientos y los falsos conocimientos que tienen sobre la sexualidad. Ciertamente es necesario dinamizar espacios socioeducativos relacionados con la sexualidad adolescente.
Para ello es vital que converjan políticas gubernamentales específicas, compromiso familiar y participación adolescente en un clima de concientización.
Cuando se reprimen o no se habilitan los espacios para que los jóvenes puedan acceder a la información y el conocimiento que necesitan para disfrutar placenteramente, responsablemente y saludablemente de la sexualidad, las consecuencias no sólo se expresan en la vida de los jóvenes sino también en el orden social más amplio.
Por esta razón, la sexualidad adolescente no puede restringirse solamente a un interés de una población determinada. Más bien debe constituirse en un interés y compromiso genuinamente social. Aquí la contribución social puede tener un impacto muy significativo sobre los factores adversos que actúan en la sexualidad adolescente si se hace comprometida y responsablemente.
Consideraciones finales
La sexualidad es para vivirla plenamente, sin ataduras o restricciones, pero siendo conscientes y responsables de los actos que realizamos. Nadie puede objetar que la sexualidad es una fuente de placer que no encuentra equivalente en otra actividad o quehacer de la vida mundana. Sin embargo, también puede ser una fuente de displacer cuando la sexualidad es asumida irresponsablemente o cuando no se valoran las consecuencias que los actos sexuales pueden acarrear.
No se trata de pregonar un ejercicio de conciencia desmesurada o de responsabilidad excesiva en cada decisión o acto que realizamos. De ser así, más que informar y habilitar un contacto pleno con la sexualidad, estaríamos inhibiendo y cargando de ansiedad innecesaria una de las actividades más placenteras e importante de la vida de las personas.
Lo ideal, como siempre, es buscar el punto justo entre la información necesaria y la información accesoria para desenvolverse libremente, placenteramente, responsablemente y saludablemente.
En este punto, las acciones de prevención y promoción socioeducativas son una excelente herramienta de mediación si se tienen en cuenta los diversos componentes que se ponen en juego en la sexualidad humana y adolescente en particular.
Como sabemos, en los momentos en que se decide el contacto sexual con otra persona, lo que prima generalmente no son los actos de conciencia, sino más bien, lo más primario y gregario del ser humano.
El interrogante es cómo desarrollar programas de prevención y promoción que habiliten el contacto pleno con la sexualidad y que puedan mediar en esos momentos más básicos y primarios.
Nuevamente, la respuesta es por la vía de la información canalizada a través de acciones socioeducativas preventivas y promocionales de la actividad sexual placentera, libre, responsable y saludable, y sin que la información proporcionada se transforme en una restricción o una carga emocional inhibitoria.
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Writer Profile
Miguel Gallegos
Soy Miguel Gallegos de Rosario, Argentina. Soy psicólogo y trabajo como docente e investigador. Me interesa la historia, la memoria y los DDHH, entre otras cosas.
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