by Miguel Gallegos | |
Published on: Sep 25, 2008 | |
Topic: | |
Type: Opinions | |
https://www.tigweb.org/express/panorama/article.html?ContentID=22565 | |
Introducción La sexualidad es un aspecto intrínseco y constitutivo de la naturaleza social de los seres humanos. Por medio de ella nos relacionamos, obtenemos placer y en ciertas ocasiones nos provoca malestar o nos enfrenta con situaciones problemáticas. Existen un conjunto de problemáticas asociadas con la sexualidad adolescente como los embarazos no deseados, las perturbaciones emocionales, las enfermedades infecto-contagiosas, entre otras. Muchas de estas problemáticas han tenido un importante incremento en las últimas décadas, a pesar de ser más visibles y cotidianas. La mayoría de estas problemáticas, que son características de la edad adolescente, aunque no necesariamente, tienden a presentarse de forma recurrente en esta franja poblacional. En gran medida, esta recurrencia con la que suelen darse dichas problemáticas, son la representación y la expresión de un síntoma social que no sólo involucra específicamente a los jóvenes, sino también al conjunto de los actores sociales que por acción u omisión no se compromete en prestar apoyo o buscar soluciones adecuadas. De la misma manera, estas problemáticas vienen siendo objeto de importantes descuidos en el plano gubernamental y en el plano de los programas de prevención o promoción de la sexualidad juvenil. La sexualidad en los jóvenes Diversas teorías psicológicas y psicoanalíticas han destacado el papel crucial que cumple la sexualidad en el desarrollo normal y patológico de las personas. Esto es importante señalarlo porque si no puede caerse en el error de separar o desligar la sexualidad de la vida de las personas como si fuera algo periférico o que tiene un grado de importancia relativa. Todo lo contrario, la sexualidad ocupa un lugar importante en la vida de las personas y generalmente ocupa un lugar preponderante en el período de la adolescencia. Si existe algún período de la vida en donde la sexualidad se presenta en su máxima ebullición, ese período es la adolescencia. Claramente la adolescencia es una etapa de la vida en que la sexualidad aparece en su múltiple expresión y comporta cambios de los más diversos, no sólo a nivel fisiológico o biológico, sino también psicológico y comportamental. La sexualidad es una de las novedades que aparecen en la adolescencia y la mejor forma de afrontar esa novedad es estar preparado, por medio de la información y el conocimiento adecuado. En ciertas ocasiones, la sexualidad puede ser traumática de no mediar el conocimiento necesario y requerido para afrontar las novedades que la propia sexualidad tiene para los jóvenes. Tener en cuenta los múltiples cambios que se suceden a partir de la sexualidad en la adolescencia es importante a la hora de pensar como se elaboran las diversas estrategias que permitan habilitar una sexualidad lo más satisfactoriamente posibles, libre, responsable y saludable. La importancia del saber sobre la sexualidad La sexualidad que se diferencia del sexo biológico (identificado por los atributos genitales) y que es propia de los seres humanos no sólo es una forma de relacionarnos con otros, independientemente de la combinación hetero u homosexual, sino también una forma de conocernos a nosotros mismos. Por medio de la sexualidad vamos identificando nuestras zonas placenteras, nuestras modalidades de satisfacción y nuestros deseos objetales. Decir esto implica que la sexualidad esta mediada por el conocimiento. Algo en el orden del conocimiento y el desconocimiento se pone en juego en las relaciones sexuales. De acuerdo a cómo los adolescentes se posicionen respeto al saber sobre la sexualidad, estarán dadas las posibilidades de disfrutar placenteramente, responsablemente y saludablemente las relaciones sexuales. Del mismo modo, estarán dadas las posibilidades para una canal de comunicación que favorezca el entendimiento de la diferencia sexual, sin prejuicios o temores. En este sentido, mientras más conocimientos tengan acerca de cómo son las relaciones sexuales, los diferentes modos de satisfacción y lo que implica una elección de objeto hetero u homosexual, así como las problemáticas, dificultades y prejuicios que se pueden presentar, mayores serán las posibilidades de disfrutar libremente, responsable y saludablemente de la sexualidad. Como ya hemos dicho, la sexualidad es un aspecto intrínseco y constitutivo de los seres humanos. Favorecer conductas placenteras, responsables y saludables, así como comportamientos respetuosos de las diferencias sexuales en los jóvenes es capital si pensamos en la importancia que asume la planificación y proyección de las actividades de los adolescentes en su entorno familiar y social. Prevención y promoción socioeducativa Es cierto que la sexualidad ha sido históricamente un tema tabú, causa de prejuicios y represión desmesurada. Hoy positivamente estamos asistiendo a sociedades mucho más permeables y abiertas a favorecer una diálogo franco sobre temas de sexualidad, en los más diversos órdenes. Aunque para muchos todavía sigue siendo un tema resistido o en los casos más extremistas, combatido por pernicioso o inmoral. Al margen de ciertas miopías, que siempre están al orden del día, lo importante es resaltar el carácter positivo con el que la sociedad actual permite habilitar un espacio para el conocimiento de la sexualidad y en el que es necesario avanzar inteligentemente para proteger y cuidar a los jóvenes a través de acciones y programas socioeducativos. Como sabemos, “prevenir siempre es mejor que curar” y la mejor forma de prevenir es promocionando espacios socioeducativos que puedan ser representativos del lugar que los jóvenes necesitan para evacuar las preguntas, los temores, los conocimientos y los falsos conocimientos que tienen sobre la sexualidad. Ciertamente es necesario dinamizar espacios socioeducativos relacionados con la sexualidad adolescente. Para ello es vital que converjan políticas gubernamentales específicas, compromiso familiar y participación adolescente en un clima de concientización. Cuando se reprimen o no se habilitan los espacios para que los jóvenes puedan acceder a la información y el conocimiento que necesitan para disfrutar placenteramente, responsablemente y saludablemente de la sexualidad, las consecuencias no sólo se expresan en la vida de los jóvenes sino también en el orden social más amplio. Por esta razón, la sexualidad adolescente no puede restringirse solamente a un interés de una población determinada. Más bien debe constituirse en un interés y compromiso genuinamente social. Aquí la contribución social puede tener un impacto muy significativo sobre los factores adversos que actúan en la sexualidad adolescente si se hace comprometida y responsablemente. Consideraciones finales La sexualidad es para vivirla plenamente, sin ataduras o restricciones, pero siendo conscientes y responsables de los actos que realizamos. Nadie puede objetar que la sexualidad es una fuente de placer que no encuentra equivalente en otra actividad o quehacer de la vida mundana. Sin embargo, también puede ser una fuente de displacer cuando la sexualidad es asumida irresponsablemente o cuando no se valoran las consecuencias que los actos sexuales pueden acarrear. No se trata de pregonar un ejercicio de conciencia desmesurada o de responsabilidad excesiva en cada decisión o acto que realizamos. De ser así, más que informar y habilitar un contacto pleno con la sexualidad, estaríamos inhibiendo y cargando de ansiedad innecesaria una de las actividades más placenteras e importante de la vida de las personas. Lo ideal, como siempre, es buscar el punto justo entre la información necesaria y la información accesoria para desenvolverse libremente, placenteramente, responsablemente y saludablemente. En este punto, las acciones de prevención y promoción socioeducativas son una excelente herramienta de mediación si se tienen en cuenta los diversos componentes que se ponen en juego en la sexualidad humana y adolescente en particular. Como sabemos, en los momentos en que se decide el contacto sexual con otra persona, lo que prima generalmente no son los actos de conciencia, sino más bien, lo más primario y gregario del ser humano. El interrogante es cómo desarrollar programas de prevención y promoción que habiliten el contacto pleno con la sexualidad y que puedan mediar en esos momentos más básicos y primarios. Nuevamente, la respuesta es por la vía de la información canalizada a través de acciones socioeducativas preventivas y promocionales de la actividad sexual placentera, libre, responsable y saludable, y sin que la información proporcionada se transforme en una restricción o una carga emocional inhibitoria. « return. |