by Maria Gabriela Altilio
Published on: Sep 8, 2006
Topic:
Type: Opinions

"¡Fuera las camarillas de la Universidad de Buenos Aires!" reza uno de los carteles suspendidos en el pasillo central de la Facultad de Ciencias Sociales. "Rechazo a la asamblea universitaria ilegítima y aumento del presupuesto", propone otro. Ambos son el simple reflejo de un conflicto que se ha agudizado en los últimos meses, pero que responde a varios años de políticas fallidas y a enfrentamientos entre paradigmas divergentes sobre la Universidad.

Las idas y vueltas en la elección del rector de la UBA fueron masivamente transmitidas a través de los medios de comunicación; mientras surgían inevitablemente las mesas de debate entre analistas y expertos, que discutieron hasta el cansancio sobre las causas de la crisis universitaria, a la par que aventuraban propuestas y recetas que traerían la solución definitiva al problema.

Mientras los líderes de opinión discuten a diestra y siniestra, la opinión pública se sube a la cresta de la ola. Algunos, unos pocos, son capaces de hacer un análisis estructural reconociendo los distintos aspectos que implica hoy por hoy la vida universitaria en Argentina. La mayoría, sin embargo, opta por adherir a posturas maniqueas propias de la idiosincrasia amigo-enemigo que caracteriza a nuestra historia política.
Por detrás de estas opiniones, subyacen mitos y prejuicios sobre el estado real de la educación universitaria en el país. Muchos de ellos se apoyan en datos verdaderos, pero si nos detenemos a analizar las estadísticas vemos que otros no son más que la repetición de afirmaciones que carecen de soporte concreto.

Mitos y verdades

Veamos antes que nada cual es la incidencia de la población con estudios universitarios en el total demográfico del país. Según el último censo realizado, 1.142.152 personas poseen un título universitario, lo cual representa un mínima porción del total nacional. Sin embargo, es cierto que a pesar de los numerosos problemas y obstáculos que enfrenta el argentino medio diariamente, el número de alumnos en la universidad continúa creciendo. El Censo de Estudiantes realizado en la UBA en el año 2005, por ejemplo, reflejó que la matrícula estudiantil aumentó en un 16% respecto del año 2000.

O sea que, por un lado, la matrícula universitaria se ha mantenido estable registrando incluso un leve aumento en los últimos años. Y por otro es posible afirmar que quienes actualmente acceden a la educación superior, también optan en mayor proporción por continuar con estudios pos universitarios. Mientras que en 1992 la Universidad de Buenos Aires expidió 577 títulos de posgrado, en el 2005 la cifra se triplicó hasta 1569. Y sólo estamos citando los números de la universidad pública sin considerar las numerosas opciones ofrecidas en el ámbito privado. Por lo tanto, los estudiantes universitarios actuales no sólo no han disminuido en cantidad sino que además, eligen continuar estudiando más años.

¿Cuáles son las carreras preferidas?. Bueno, es cierto que los argentinos prefieren las carreras llamadas "tradicionales": abogacía, contador público y medicina. Un 10.7% de la población estudiantil de la UBA cursa estudios de derecho, un 15% ciencias económicas, mientras que tan sólo un 2% estudia ciencias exactas. Sin embargo se observan contratendencias con el paso de los años. Entre 2000 y 2005, según el censo de estudiantes, la matrícula de Ingeniería en la misma universidad creció un 36.7% y la de Filosofía y Letras un 33.8%. Y si vemos en detalle encontramos que hubo un fuerte descenso en la cantidad de aspirantes a convertirse en odontólogos y un aumento en carreras normalmente minoritarias como la meteorología, la arqueología y el diseño de indumentaria y textil (esta última triplicó su número de inscriptos en el lustro 2000-2005). El nuevo contexto de reactivación económica y el auge de los servicios turísticos tras la crisis de 2001, reactivó también a carreras como la Gastronomía, la Hotelería y el Turismo, provocando la apertura de numerosos centros de estudios terciarios especializados en esas materias.

Podemos concluir, hasta el momento, que los jóvenes han optado en la medida de sus posibilidades por seguir estudiando. A pesar de la amenaza del desempleo continúan volcándose hacia carreras vocacionales o menos clásicas, que les permite construir un espacio diferente en el mundo profesional. Y quienes logran obtener su título eligen con mayor asiduidad que hace 15 años continuar una especialización, estudiando un posgrado.

Si comparamos los números entre la universidad pública y la privada, observamos que se mantiene la vigencia de la primera, que concentra al 81% de los estudiantes universitarios de todo el país. Sin embargo, hacia dentro de ellas y en contraste con lo que tiende a pensarse, hay muchas variables similares. Por ejemplo, es cierto que el nivel de deserción estudiantil es menor en las universidades privadas. De 72 mil alumnos que en promedio ingresan en ellas, egresan 19 mil. Mientras que en las instituciones públicas sobre 300 mil ingresantes, egresan 60 mil. Sin embargo, uno tendería a pensar que el número de egresados de las instituciones privadas debería ser mayor, por lo que implica el compromiso económico que un estudiante asume al ingresar y la mejor organización administrativa que ofrece a sus estudiantes. Es evidente que son otros entonces los factores que influyen en la posibilidad de que un joven finalice su carrera, y que estos afectan por igual a quienes eligen la educación pública o la privada.

Otro mito que solemos escuchar y que se relaciona con lo anterior es el del "estudiante eterno" que caracteriza a las instituciones estatales; afirmación que sirve de base para las consecuentes críticas hacia el modelo gratuito y abre las puertas a propuestas privatizadoras. Sin embargo, según el censo de estudiantes 2005 realizado en la UBA el 69% inició sus estudios entre 1999 y 2004 y el 31% lo hizo antes de esa fecha, lo cual confirma que la mayoría se encuentra cursando dentro de los parámetros temporales normales. Tengamos en cuenta además que cada estudiante cursa en promedio 3 materias anuales y que el 58% trabaja además de estudiar (la mitad de ellos a tiempo completo y en puestos que no tienen relación con su profesión).

Como sostuvo un estudiante de la carrera de Ciencia Política de la UBA en un documento surgido durante la última gran crisis desatada por la elección del rector, "existe cierta vulgarización y simplificación del conflicto dentro de los medios y de la gente en general, como cuando se lee una carta de lectores en un matutino porteño que reclama ¿hasta cuando vamos a seguir tolerando que vagos tomen las universidades?".

Después de todo, la única verdad en torno a la cual deberíamos congregarnos es en la defensa de los espacios universitarios como espacio de debate y de pensamiento crítico de las jóvenes generaciones. Para poder seguir soñando con un futuro donde la palabra progreso no haya pasado a integrar un nuevo mito argentino.


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Nota: Este artículo integra el Nro. 7 de la Revista Virtual InterJóvenes

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