by limberg
Published on: Jun 22, 2006
Topic:
Type: Opinions

Ubiquémonos en los inicios de la vida del hombre....
En el cómo convivía con su constante y desapercibida actividad intelectual y afrontaba numerosos problemas. No es muy raro sentir y pensar que haría lo mismo que nuestra primariedad, ante tales circunstancias. Sentir el acecho constante de bestias enormes, de rivales de especie, de ver a nuestros compañeros de circunstancias fenecer sin "ningún" motivo perceptible por nuestros sentidos básicos.

Estar indefenso ante la obscuridad ruidosa, las tinieblas ventarrosas, el frío intenso, sentir cosas y no saber explicarlas. Osea, no saber ni qué son y sentir que algunas te causan satisfacción y otras no. Todo esto produciría en el hombre una sensación de desesperanza y presión de tal grado que fuerzan a la búsqueda de soluciones, claro que ese proceso tomaría muchos años de evolución. Sin embargo, el análisis no es tan complicado a la luz de lo natural que sería empezar a actuar sobre la base de lo que te gustaría sentir y evitar lo que te causa malestar, con un plan determinado de acciones producto de la acumulación de experiencia.

Quizá, remontarnos demasiado en el tiempo nos ayude a comparar esa jungla en la que ha nacido nuestra especie, con aquélla que la infinita racionalidad y la seguridad del desarrollo ha puesto a nuestros pies, como directos descendientes de esas primeras huellas de humanidad, que borraron para siempre las dudas y nos desterró de esa jungla en la que la ignorancia y la elementalidad nos sumían, sumieron. Aquéllos mitos que nos hacían partícipes de la supeditación y el misticismo en su forma más gruesa.

La reafirmación de nuestra seguridad basada en el conocimiento de las causas; o al menos, del procedimiento para acercarnos a ellas, resulta algo más que visible en nuestros tiempos. Pero aún hoy en día, la gente que nace en una “fabela” en Brasil, en una “población” en Chile, en un “pueblo Joven” de Perú o en algún país del Africa pobre, le parece increíble escuchar que el mundo entero habla de igualdad y justicia para la humanidad, que le importa lo que les pueda pasar -porque hablan de bien común y desarrollo sostenible-. Ninguno de estos conceptos responde a lo que ellos llamarían justo, desarrollado e igualitario para el mundo en que viven,SU mundo, y que es común a más de 80 millones de latinoamericanos. ¿Será el mismo concepto el que se maneja?.

¿Cómo explicarles que su tasa interna de retorno privada y social no alcanzan para que sean económicamente visibles a programas privados de financiamiento?.

Más allá de que conozcan o no los conceptos tenebrosos en los que se envuelve la vida hoy en día, existe una diferencia respecto de la incertidumbre asfixiante de nuestros antepasados: la posibilidad de conocer sus causas o sus consecuancias no cambia la situación desesperante en la que se encuentran en el corto plazo.

Para superar el miedo a la obscuridad y el frío intenso del inclemente clima bastaría que al troglodita se le enseñe a prender fuego y se le enseñe cómo afilar una buena piedra. ¿Le podemos enseñar a nuestros coterráneos cómo no ser pobres?

¿Bastará que aprenda para que abandone la pobreza?

Las novelas de ficción nos narran de manera recurrente el problema del juicio y la razón, de cómo el hombre juzgado por su racionalidad puesta en máquinas omnipotentes, no llega a comprender ese comportamiento virulento de las mismas sociedades humanas dedicadas a destruir -o "cambiar", para usar un eufemismo- el medio ambiente que les rodea.

También resaltan cómo se enfrentan internamente y olvidan los beneficios de la cooperación con tal de demostrar la validez de sus ciegos -leáse cortoplacistas- intereses.

Con esto último, es inevitable recordar la política y el mal de las ¿naciones? sudamericanas y africanas, siempre enrostrando en El Elegido la idea o el deseo de cambio. Luego, ese nuevo Mesías destrona al omnubilado gobernante de turno y empieza la reconstrucción con un gobierno más fuerte que impida un derrocamiento fácil de los futuros "mesías". A menos que hayan aprendido algo de Smith.

El enfoque “hobbesiano” del hombre no es la causa primera de este análisis; pues es bien sabido que éste, así como tiene la facilidad para desatar su “razón de la fuerza” y asumir la satisfacción de sus deseos más primarios sin análisis meritorio alguno, también es capaz de delegar y hacer de su vida y su obra causas de proyectos más grandes que su existencia misma.TENEMOS ESPERANZA:La noción de trascendencia hizo aparecer los conceptos de ley, valores e identidad.
La idea de la delegación de poder y el espíritu que deben tener las leyes en sí, nos recuerdan a los grandes forjadores de lo que hoy en día llamamos derechos y deberes, en su sentido más amplio, e irrestricto de convenciones teóricas.

Aristóteles, Platón, Locke, Montesquieu, Voltaire, Rosseau, Smith, Mill, Kant, entre muchos otros célebres autores con su obra, le han dado a occidente una serie de nociones conceptuales que hacen relativamente manejable un orden mundial estructurado sobre la base de fuerzas directrices tales como las conveniencias de los más fuertes, los lazos culturales de algunas regiones o la simple casualidad de verse reunidos en torno a otros que nadie más quiere como socio.- (No me refiero a los No alineados de los setenta!)

De esta estructura, nacen las primeras distribuciones políticas modernas en función de las repúblicas y estados liberados de atavíos religiosos pre modernos o los prejuicios por el diferente color de piel o cultura de sus miembros-ciudadanos.

Recordemos pues lo valioso que resultan los pensadores y conceptualizadores para el desarrollo del mundo y su lucidez mental.

Con estos tipos de hombre –humano: masculino y femenino- es que la sociedad ha evolucionado y alcanza los estándares de desarrollo que hoy en día se pueden observar, al menos en algunos sectores de cada sociedad, los que encontraron sentido a la experiencia del fracaso

Pero no todos los propulsores de estos cambios, o sus discípulos intelectuales, continúan la obra. Las autoridades y el grupo de manejo de un país obedecen más que a motivos trascendentales o espíritu altruísta.( ¡Y no son sólo las sospechosas guerras sudamericanas!) La búsqueda de una maximización de utilidades personales y de su comunidad, muchas veces escapa a lo cotidianamente expuesto en la escala de valores.

Las conveniencias de un país por estos días está asociada a la decadencia de otros por el peligro que presentan para su hegemonía.

De un proceso lento, abruptamente irrumpe en el plano internacional el concepto de un nuevo orden total para el planeta, basado en los términos de intercambio fluídos que día a día se realizan en el mundo.

Este fenómeno se conoce como mundialización o globalización. Ésta ha pasado por distintas fases desde el desarrollo de grandes estados, sobretodo en el siglo XX. Los medios de comunicación modernos la asocian tácitamente a la internet y las redes de información alternas, de sólo las últimas décadas. En todo caso, lo importante es la comprensión del hecho y no tanto remontarnos a su controvertible origen. Lo que hoy en día todos entendemos por Mundialización, por la moda del término, y lo que el hecho social realmente es, pueden confluir en un sólo término: le denominaremos "Mundialización Internet" (para evitar debate innecesario).

La creación y fortalecimiento de organismos internacionales políticos y financieros favoreció la consolidación inmediata de "la mundialización internet". La rapidez de las comunicaciones y lo variado de éstas, han hecho que hoy , las distancias sean una realidad franqueable. La no distancia representa una ventaja para el bienestar porque protege de los abusos por la denuncia de los medios de comunicación, señala Amartya Sen, quien incluso pone de ejemplo a Tiananmen o Zaire. Sin embargo, este nuevo panorama ha traído consigo presiones sobre los grupos menos favorecidos para extender su pensamiento y sus ideales.

Más que problemas de ideologías políticas tuvieron y tienen reticencia de orden social con base económica, de la cual hasta hoy en día se pueden observar actos. Los grupos de resistencia son numerosos en el Globo.

Parece un cuento de hadas, que lo que nació como un sueño de los países de primer mundo, en especial de su inventor, para lograr exportar todo lo que les haga falta, y mantener comunicados a sus centros de negocios en distintas partes el globo a costa de la inversión militar, haya -por cuenta propia- alcanzado niveles diferentes al motivo primigenio de su realización ( No es que se desconozca la versión oficial del proyecto militar, resulta más interesante el objetivo que le pusieron los empresarios estadounidenses para bien o para mal.).

Desde un punto de vista imparcial, los logros en el campo de la justicia -el juicio a dictadores ( bueno al menos el intento) y genocidas de la humanidad- o de ayuda social –fundaciones y programas para los más necesitados- han sido lo mejor que la mundialización ha aportado.

Se puede argumentar que la facilidad de conocimiento y la fluidez de la información son también motivo de orgullo. Sin embargo, cuando la información clasificada o especializada no se muestra más que como un aporte en un sólo sentido y que no permite al resto del mundo nada concluyente por sí mismo, de poco o nada sirve. La nueva revolución tecnológica de la biología nuevamente tiene líderes que la van a aprovechar, y nuevamente muchos intelectuales de segundo mundo se verán parametrados a sólo especular en torno a ella, sin más posibilidades de acción, por la situación en la que se encuentran sus países. (Con mis respetos a Cuba, y la cadena del genoma humano llamado "peruano" por el esfuerzo de una compatriota, o su suerte).

Por otro lado, y atacando contra el mismo frente, la expansión del “progreso” comercial, visión subjetiva del primer mundo, plantea serias dudas.

Las nuevas generaciones de América Latina se están comenzando a dar cuenta del enorme potencial de capital humano que poseen, pero al mismo tiempo, han olvidado a su hermanos pobres. Voltean la cara al Norte y no la vuelvan por nada.

Esta "toma de conciencia" obedece a los medios. La falta de información completa impide darse cuenta de lo que unos pocos denuncian en voz baja por estos lares (no como en otros sitios que hasta se desnudan para llamar la atención por sus motivos). La lucha surge por oposición a lo que el mundo desarrollado vive hoy en día. Las tasas de suicidio de niños japoneses sobrepasa los niveles generales de suicidio de otros países (¿Por qué Suiza?). En Estados Unidos, gente despedida sale a las calles a matar a cuantos pueda, mientras jóvenes con razonamientos apocalípticos,son un problema en las escuelas estatales .

Estas imperfecciones se pueden mejorar en los países que aun no afianzamos el cambio, no podemos permittir que se cometan los mismos errores que se han cometido en japón o EUA. La degradación continua de los medios masivos de formación de razonamiento llamados Televisoras, no son para algunos más que “imperfecciones” que poco a poco se van a ir solucionando. El mercado no es la fuente de equilibrios perfectos, 1929 lo dejó claro. Esa lección se debe de aprender. Pero cómo aprende gente que no tiene una línea telefónica para enlazarse o la plata para aunque sea el libro pirata.

¿De que posibilidad de libertad se habla sin alguien que nos ayude? Está mal pensar en el eterno Papá Estado, no creo que haya tanta profundidad como cliché en esa frase.

La ciencia social no se ha quedado estática. Ha tomado prestado de la economía terminos sencillos como Capital Humano y Capital Social. Para Fukuyama, en su libro la Gran Ruptura , en la página 330, en el casi final de la obra, nos dice que “Las economías capitalistas modernas y posindustriales generarán una continua demanda de capital social. En el Largo plazo, estas economías deberán ser capaces de suministrar cantidades suficientes de capital social para mantenerse a la altura de su demanda. En este sentido, podemos mostrarnos optimistas porque sabemos que los agentes privados, al perseguir sus propios objetivos personales y egocéntricos, tenderán a producir Capital Social y virtudes con él asociadas...” lo cual no deja de tener razón, porque sabe cómo va a reaccionar su clase dirigente ante estos problemas.

Sin embargo, de ser esto cierto, los motivos de preocupación para América latina son muchos. Recordemos el pasado, y veamos lo fácil que resulta traer gente de afuera para manejar empresas subsidiarias. Antes, se prefería gente de la localidad, por el conocimiento del entorno en que la empresa se iba a desenvolver.

Pero hoy en día las subsidiarias y filiales encuentran más parecido el ambiente al de la empresa matriz, dicho sea de paso, transnacional. Las escuelas formadoras de empresarios en Europa y Estados Unidos, preparan a sus alumnos para manejar una empresa en cualquier parte del mundo con normas casi oficiosas –idioma inglés, economía de libre mercado, información en tiempo real, y si se puede democracia, aunque sea como la imperfecta anglosajona - producto de la mundialización.

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