TIGed

Switch headers Switch to TIGweb.org

Are you an TIG Member?
Click here to switch to TIGweb.org

HomeHomeExpress YourselfPanoramaNo tan distintos
Panorama
a TakingITGlobal online publication
Search



(Advanced Search)

Panorama Home
Issue Archive
Current Issue
Next Issue
Featured Writer
TIG Magazine
Writings
Opinion
Interview
Short Story
Poetry
Experiences
My Content
Edit
Submit
Guidelines




This work is licensed under a Creative Commons License.
No tan distintos Printable Version PRINTABLE VERSION
by Julián Profeta, Argentina May 28, 2006
Culture , Child & Youth Rights , Poverty   Opinions

  

No tan distintos Durante mediados del siglo XIX y comienzos del XX, se desarrolló un proceso inmigratorio muy importante para el país y su posterior desarrollo. Por esos tiempos la Argentina necesitaba de mano de obra, en especial en el campo, para poder expandir sus cultivos, y también en las ciudades para cubrir el número de empleados en las recientes fábricas.

Los inmigrantes llegaban con las esperanzas de obtener un trabajo que su país natal no podía ofrecerles, para mantener a su familia o para progresar por su cuenta, y debían pasar primeramente, luego del desembarco, por el Hotel de inmigrantes ubicado en la zona de Puerto Madero.

Este recinto fue construido en el año 1878 y podía albergar hasta 7000 personas. En este lugar los extranjeros permanecían cinco días, totalmente gratis, ya que el Estado subvencionaba sus gastos dándoles techo y comida. Durante su breve estadía se les enseñaba acerca del país para que supieran a donde podrían ir en busca de trabajo o donde conseguir una vivienda. Los inmigrantes dormían en camas cuchetas, formadas por una tela tirada y atada por cuerdas a un armazón de metal. No se utilizaban colchones debido a que por esa época los materiales no eran muy buenos y existía la posibilidad de transmitir enfermedades, por eso se usaban las telas que luego de los cinco días de uso se limpiaban y se entregaban a un nuevo visitante. Los hombres dormían en un cuarto, y las mujeres y los niños pequeños en otro; recordemos que muchas veces las mujeres llegaban embarazadas. La dieta se basaba en alimentos grasos, de muchas calorías, y se les brindaba gran cantidad de legumbres, hortalizas, etc. Para poder satisfacer todos estos servicios (capacitación, comida) el hotel contaba con normas internas que debían ser cumplidas, como los horarios para el almuerzo, para la limpieza y para las clases de adaptación.

Transcurrido este intervalo de cinco días, o dentro de éste, los inmigrantes debían buscar y obtener un trabajo, y por supuesto, un nuevo hogar para hospedarse. Así, generalmente con el poco dinero que poseían se mudaban a conventillos ubicados en los actuales barrios de Barracas, San Telmo, San Cristóbal o la Boca.

Estos conventillos eran grandes casas con muchas habitaciones y un patio principal. Cada habitación medía unos 3 por 4 metros y podía albergar allí a toda una familia con hasta seis hijos. Durante el día se apilaban los colchones para tener más espacio, y se ubicaban las cuerdas para colgar la ropa. El patio era el lugar de juego para los chicos y donde se relacionaban los adultos de las familias. En estos lugares se mezclaban los idiomas, las religiones y razas, contribuyendo a formar la actual cultura argentina con tradiciones que aún permanecen en nuestra idiosincrasia.

Como muestra del fuerte legado de los inmigrantes en nuestra sociedad basta un ejemplo simple: la cena de Nochebuena y fin de año, donde aún hoy se siguen preparando alimentos ricos en calorías y grasas, costumbre de los inmigrantes europeos quienes en el viejo continente transcurrían las fiestas en invierno y no en verano como ocurre aquí.

Los conventillos se construían sobre pilotes y las habitaciones estaban ubicadas arriba. De este modo se creaban escalas sociales entre los inquilinos de acuerdo a su posición: los más pobres vivían más arriba y los más adinerados, abajo. Otro detalle es que las escaleras podían sacarse y ponerse ajustando fácilmente algunas tuercas y tornillos. De esta manera el dueño de la casa tenía la posibilidad, en el caso de que los inquilinos de arriba no pagaran sus deudas, de retirar las escaleras y dejar todas sus pertenencias en el piso superior, incluida a veces a la misma familia, que quedaba sin posibilidad de bajar.

Hoy Caminito ha sido declarado como el primer museo a cielo abierto del mundo. Se convirtió en una calle decorada y en un importante atractivo del barrio y de toda la ciudad, que es visitado por turistas del país y del mundo. Aún así las paredes de sus casas todavía guardan las sombras de sus legendarios ocupantes, que marcaron el destino de la ciudad de Buenos Aires hasta nuestros días.


Links Relacionados:

Revista Virtual InterJóvenes





 1     


Tags

You must be logged in to add tags.

Writer Profile
Julián Profeta


This user has not written anything in his panorama profile yet.
Comments
You must be a TakingITGlobal member to post a comment. Sign up for free or login.