by Julián Profeta
Published on: Jan 13, 2006
Topic:
Type: Interviews

Llegué a la casa de Osvaldo Bayer en el barrio de Belgrano apodada por él, “El Tugurio” por ser este hogar un verdadero acumulamiento de libros, diarios, papeles y revistas que están apilados en el pasillo, en el patio, por toda la casa.
Me recibió algo tardíamente porque se estaba bañando y luego apenas entré inicié la entrevista.

- Osvaldo, ¿Cómo fue su infancia?

-Yo nací en Santa Fe, toda mi familia era de allá, de las colonias alemanas que vivían allí. Yo era el menor de mis hermanos.

A los 40 días de nacido mis padres se trasladaron a Tucumán. Después vivimos en Bernal, y cuando tenia 7 años nos mudamos a Belgrano C, un barrio preferentemente de alemanes, mientras que Belgrano R era de ingleses.

Mi padre era socialista, muy antinazi, éramos una excepción porque generalmente las familias alemanas seguían la línea que marcaba la Embajada, que era pronazi evidentemente. Formábamos parte de un aproximado 20% de población antinazi. Pero entre los chicos no había diferenciación política, jugábamos en la calle o en el club. Estaba el club Alem de Belgrano, mi padre me prohibía ir pero iba igual, porque ahí había payasos, equilibristas, y además entre los chicos no había peleas por la política.

Fui a la primaria de la Plaza Belgrano; a la secundaria Manuel Belgrano, a partir de 3er año di materias libres porque trabajaba. Cuando terminé el bachillerato entré en medicina, aunque mi vocación era la filosofía, pero antes quería conocer el cuerpo humano. Hice el 1er año, que era anatomía descriptiva e histología. Me gustó, trabajábamos con cadáveres y eso. Después entré en filosofía pero tuve que dejar porque era el tiempo del primer peronismo, un populismo de leyes sociales importantes, era muy de derecha, por ejemplo: la facultad de filosofía la había entregado a la Iglesia Católica. Ahí estaba el extremismo de derecha. Y me fui a Alemania a estudiar.

También trabajé, fui bañero, cuidaba piletas. Me hice marinero de timonel en los buques que iban por el Paraná, pero a los seis meses me echaron por formar parte de la famosa huelga del '50. De allí tuve otros trabajos pero de oficina.

En Alemania fui traductor; allí me casé y tuve dos hijos allá, y dos acá, 3 varones y una mujer. En aquel país terminé de estudiar historia y empecé a trabajar de periodista porque quería cambiar mi estilo, quería un estilo no sólo para entendidos sino más bien periodístico. Entré en el diario Noticias Gráficas, en el '56. Al año me fui a Esquel, de donde me expulsó gendarmería porque decían que mis artículos comprometían a la ciudad; yo defendía los derechos de los pueblos originarios.

En el '58 volví a Buenos Aires y comencé en Clarín, durante 15 años. También fui secretario general del sindicato de prensa, fue algo muy positivo para mí, durante tiempos difíciles de dictadura militar.

Después me cansé del sindicalismo y me dediqué a la investigación histórica. Mi primera película fue con Torre Nielson, con quién hice Mafia, en el '72, obtuve el 1er premio nacional. Había escrito mi primer libro "Severino Di Giovanni", trataba de un anarquista fusilado en la dictadura de Aramburu. Después empecé con la investigación de La Patagonia..., así que cada tanto iba para allá cuando podía, el libro de esta investigación que la llamé “La Patagonia Rebelde” son 4 tomos.

En febrero de ‘75 me fui a Alemania, y al año volví, pero cometí el error de no informarme. Isabel había llamado a elecciones, entonces pensé que habría libertades para volver, pero resulta que cuatro semanas después viene la dictadura de Videla, donde ya no se podía salir, era una custodia tremenda en las fronteras y aeropuertos. Finalmente me sacó la embajada alemana como exiliado, durante 8 años me fui allá.

Regresé en el '83 unos días antes de que asuma Alfonsín.


¿Cómo encontró su vocación al periodismo?

A mí siempre me gustó escribir desde chico; a los 8 años escribí una novela. En la escuela siempre que escribía me sacaba 10, donde mejores notas tenía era en literatura e historia, que me gustaba mucho. Así surgió el estudio de filosofía, periodismo e historia. Se lo debo a mi padre.


¿Por qué la mayoría de sus obras son de carácter social?

Porque siempre me atrajo, me interesaron esos temas. Hice un libro de literatura, el gran amor de un alemán hijo de un criminal de guerra con una chica judía.

El historiador siempre desprecia la literatura, prefiere la verdad. Pero en este tema tuve que usarla para contar esta tragedia, ya que al final él se suicida.

¿Tiene en mente un nuevo libro?

Estoy trabajando sobre la década del 60. Me gusta escribir sobre mis discusiones con Rodolfo Walsh, la situación y el camino político, no quiero que se pierda eso: describir ese período tan difícil para quienes no estábamos en las organizaciones de la guerrilla.

Cuando volví en los ‘80 era un tema muy diferente. Hubo una especie de campaña en contra de los exiliados, no se cual era la causa o el objetivo. Se nos hacía difícil conseguir trabajo.

Durante en gobierno de Alfonsín hubo mucha discriminación, así que yo trabajaba seis meses en Alemania, y con lo que ganaba vivía seis meses en Argentina.


Cómo un joven puede seguir sus pasos en cuanto al periodismo social?

Sería difícil, porque hoy en día los medios están copados por grandes empresas, las empresas periodísticas se han reducido, sólo deben quedar 3 o 4. Sí hay libertad en las radios, sobre todo en la AM, hay más libertad que antes. Depende de la línea de cada uno, yo siempre fui de izquierda, a pesar de haber trabajado en grandes empresas, incluso durante el momento en el que estuve preso.


Cómo llegó a estar preso?

Yo daba una conferencia en Coronel Rauch, genocida de los indios ranqueles, pero él murió de parte de uno de ellos, llamado Arbolito, por lo tanto propuse cambiar el nombre del lugar a Arbolito. Causó sorpresa entre la gente, no les gustó, se retiraron.

Más tarde llegué a Buenos Aires, y resulta que el ministro del interior era el Gral. Juan Enrique Rauch, bisnieto del Coronel Rauch así que fui directamente preso. Estuve preso en la cárcel de mujeres, para humillarme, muy brutos ellos. Esto sucedió en el ‘63, mientras trabajaba en Clarín. Cuando salí pensé ''ahora me echan'', pero no, me pusieron en la parte de dirección, porque la gente decía que sólo eran de derecha, y a partir de ese momento ya no, porque ahí estaba yo.


¿Cómo surgió ''La patagonia rebelde''?¿Y sus otras películas?

Me llamó el director Héctor Olivera, que dijo que se quedó toda la noche leyendo el primer tomo, que iba a leer el 2do y que me quería comprar los derechos. Yo, como conozco a los directores y no les tengo confianza, acepté con la condición de que iba a hacer el guión e iba a ser asesor histórico. No quería que en ningún momento se tergiversara la realidad histórica.

Teníamos poco dinero, pero salió bien y marcó mi destino. Tuvimos problemas. Durante el gobierno de Perón, la película estaba guardada, no se aprobaba ni se rechazaba. Finalmente Perón la aprobó, y se estrenó el 13 de junio de 1974. Después viene el gobierno de Isabel, se pone muy difícil. Sacan la película de los cines el 12 de octubre, y nos dieron 24 horas para dejar el país. Los libros los quemó el teniente general Cordeli, en un comunicado diciendo que lo hacía por Dios, Patria y hogar. Pero con la película ganamos el Oso de Plata en Berlín.

En total hice 13 películas, de todas fui el guionista. Muchas en Alemania y también una en España y Holanda.

Tengo el documental ''Fútbol argentino'', que es la que me da más mérito en Argentores, y de ahí salió mi libro ''Fútbol argentino". Querían reeditarla pero yo no quiero, el fútbol ya es cualquier cosa, es un negocio. Los jugadores se venden cada seis meses. En la selección de Francia son africanos, árabes; o en Alemania juegan 2 negros, porque le dan la nacionalidad, y dicen que dentro de 10 años los representantes del equipo van a ser todos jugadores africanos.


¿Cómo es su experiencia como docente?

Me designaron en la facultad de filosofía. Ofrecí mi mejor esfuerzo, creo que fue un éxito. Venía mucha gente, dábamos clases en el aula magna que tendrá una capacidad para 400 personas, y casi siempre se llenaba. Fue una experiencia hermosa, a la vez me llamaban de universidades del interior, fue muy lindo; hasta que enfermé de cáncer y tuve que dejarlo después de cinco años de ejercer.

Para finalizar, ¿Cuál era su función en la Comisión de Derechos Humanos en Alemania?

Durante 8 años dirigí el exilio argentino alemán, pero éramos pocos, unos 20. La mayoría se fue a otros países. Teníamos un periódico, di conferencias en Suecia, Holanda, Alemania, etc. El primer premio a las Madres de Plaza de Mayo fue allí, de parte de la Iglesia Evangélica, eso nos ayudó mucho, fue muy generosa, en cambio la Iglesia Católica nunca dió ninguna ayuda.


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Nota: Este artículo integra el Nro. 2 de la Revista Virtual InterJóvenes

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