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Son las 5 de la tarde del viernes más polémico de noviembre, la Plaza de los Dos Congresos es una fiesta de colores y ánimos, hay cientos de personas: entre ellos estudiantes, padres, sindicatos, gremios, niños; todos unidos por una misma causa: repudiar la llegada del presidente estadounidense George W. Bush a la Argentina.
La espera antes de marchar hacia la plaza de Mayo está llena de emoción y espectáculo. Frente a las puertas del Congreso se levantó un escenario donde grupos teatrales interpretaron canciones repudiando a Bush y su propuesta sobre el ALCA, todos con trajes muy coloridos y con sus caras pintadas imitando calaveras. En la fuente del medio de la plaza se esparció tinta roja en el agua representando los muertos que cayeron en Irak, en una recreación de la invasión de Estados Unidos al país musulmán.
Mientras todos los espectáculos se llevaban a cabo, en las calles que rodean la plaza ya se formaban las filas según su bandería política. Las agrupaciones llegaban ya concentradas desde diferentes puntos de la ciudad y se organizaban de acuerdo a un orden específico: sindicatos adelante, centros estudiantiles de diferentes facultades y universidades en el medio, y por último las agrupaciones políticas, donde un pequeño grupo de alrededor de 30 personas estaban encapuchados y con palos en sus manos.
La gente que no tenía banderas, que eran en su mayoría padres con sus hijos, estudiantes sin representación, empleados de los comercios de la zona, periodistas y muchos extranjeros, daban vueltas por la plaza sacando fotos o filmando, tratando de ubicarse en un lugar estratégico. Cuando la gente comenzó a marchar, los independientes se agruparon delante de todos y fueron los primeros en llegar a la plaza.
Las 15 cuadras que separan el Congreso de la plaza de Mayo, fueron igual de tranquilas que la concentración previa. Los comercios iban cerrando sus puertas y asegurando sus vidrieras, mientras la policía formaba una muralla de seguridad en el único comercio de comidas rápidas estadounidense de la avenida. La gente cantaba y bailaba al ritmo murguero de los bombos; el colorido de las banderas, la gente disfrazada y los muñecos con mensajes políticos, como esqueletos, o las parodias a Bush, le daban a la marcha un toque festivo que la gente desde las ventanas de los edificios festejaba.
Al llegar a la plaza cada agrupación se acomodó en su lugar específico. Se leyó un discurso repudiando las políticas de Estados Unidos con los países subdesarrollados, el posible acuerdo sobre el ALCA en la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata, y la invasión ordenada por Bush a Irak.
Una vez terminado el acto, y con casi todas las agrupaciones dispersas y alejándose de la plaza, un grupo pequeño de encapuchados, que se habían mantenido retrasados todo el tiempo, comenzó los disturbios que terminaron con bombas molotov a los comercios de cadenas multinacionales, roturas de vidrieras y enfrentamientos con la policía. Ocho personas fueron detenidas.
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Nota: Este artículo integra el Nro. 1 de la Revista Virtual InterJóvenes
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