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La convocatoria era a las 5 de la tarde, una hora después de lo que se llevaría a cabo en la capital. Habían pedido que fuéramos con un polo blanco y allí estábamos. Al llegar a aquella pequeña plazuela ubicada entre el Museo de Arte de Religioso y la basílica a la que tantas veces he asistido por ser alumno salesiano, me encontré con la sorpresa de la escasa cantidad de personas que habían acudido.
Siempre dicen que los piuranos estamos “como adormecidos por el sol”, pero contrario a lo que se puede pensar en los últimos días esta ciudad norteña no ha visto al astro rey y ha soportado temperaturas muy bajas para las que estamos acostumbrados a sentir y ya han avisado que seguirán bajando. Pero, bueno… ya en la plaza y vistiendo un polo blanco (de esos que uso bajo mi “uniforme” también blanco en las noches mas frías de trabajo en los fríos pasillos del hospital) divisé como habían colocado a los pies de la estatua del artista que da nombre a la plazuela varios papeles blancos en los que las personas escribían mensajes en contra de aquel flagelo que viene azotando a nuestra sociedad. “Fuera corruptos”, “No a la mafia”, “No a la impunidad” entre otras más que por lo frágil de mi memoria visual no puedo recordar, y contagiado por aquel espíritu de catarsis literaria me animé a coger el plumón rojo plasmando sobre el papel: “Si cambias tú, cambia el Perú”, en eso estaba cuando un joven de porte mediano, tez blanca y nariz aguileña animaba a formar un corro alrededor de la plaza que da entrada tanto al mencionado Museo como al Centro Cultural de mi ciudad.
- Buenas tardes con todos!!! – Aunque somos pocos lo reunidos – y en realidad no pasarían de 100 personas los allí presentes – y mencionó a los allí congregados.
Posterior a aquella grata bienvenida, una joven de no mucha estatura y con voz temblorosa, no sé si por las primeras ráfagas de viento que comenzaban a sentirse o por el miedo de tener un micrófono en la mano, repetía las palabras de Monseñor Bambaren sobre el virus que ha contaminado toda la institución estatal y parece ser multiresistente a los más modernos antivirales.
Luego escuchamos atentamente a varias personas expresarse contra aquel mal de “manos negras” entre ellos el arzobispo de Piura, y varios jóvenes y otros no tan jóvenes haciendo eco siempre en lo decepcionados que se encuentran por la ley con nombre propio y a no perder la esperanza en un mañana mejor, pues los jóvenes que somos el presente del país podíamos cambiar este nefasto panorama. Y para que la velada fuera algo más “dinámica” según palabras del joven de nariz aguileña nos repartieron una nueva versión de la infantil “Juguemos en el bosque”, la que contaría con registro en INDECOPI, y que a la letra decía así: “Protestemos en el norte, mientras los corruptos están. ¿Corrupto que estas haciendo?” y los allí reunidos contestábamos “Haciendo leyes para otros corruptos”. La gente comenzó una suerte de expresión de, quizás experiencias personales” y luego del estribillo ¿corrupto que estas haciendo”, se escucharon las mas variadas frases, y entre las que recuerdo “robando el cable de mi vecino”, “cobrando para lograr una vacante en los concursos públicos”, “no investigando el caso de la leche malograda”, “veraneando en Punta Sal”, “pagando favores”, entre otras más que por las alteraciones ahora ya no de memoria visual si no de la auditiva no recuerdo, para finalizar con una frase que arrancó aplausos entre los presentes. ¿Corrupto que estas haciendo? – Temblando porque Piura despertó!.
Al parecer las personas necesitaban expresar toda aquella decepción que podían haber sentido y fue un ejercicio muy psicoterapéutico desde mi punto de vista. - Claro, si las hojitas del mencionado juego las trajo un eminente, y de mi parte, muy admirado psiquiatra, ex docente mío - pensé.
Pero ahora llegaba el turno de “materializar” una protesta simbólica, si hace unos cinco años fueron los lavados de banderas ahora los asistentes procedieron a pintarse las manos de blanco y así que se aglomeraron alrededor del pequeño deposito de pintura, aquellas que dicen que cambiaron el color del Perú desde 1920, y como en tiempos de la pequeña infancia hundieron gustosamente las manos en él. Para personas como yo, que no gozamos mucho en tumultos por ganar algo, en este caso llegar hasta el diminuto objeto lleno de diáfana pintura, se acercó una sonriente religiosa que juntó sus manos, llenas ya del blanco colorante , con las mías para así de esta manera hacerme partícipe de aquel simbólico acto.
Como ya la noche caía sobre nosotros, y el frío era cada vez mas intenso, se repartieron velas entre los asistentes y me pareció maravillo ver como las personas, partían sus velas para que todos pudiéramos tener aquella luz que sería una suerte de representación de la esperanza y para conjugar con aquel simbolismo entonaron una conocida canción que habla sobre el color verde esperanza. Pero la que mas me gustó a mi fue aquella en la que se pide a Dios que el dolor no nos sea indiferentes y que trajo a mi mente recuerdos de años anteriores en los que en mi colegio salesiano se organizó un concierto a favor de la paz y esas mismas palabras resonaron fuertes en la voz de una de mis amigas, quien se atavió con un poncho y sombrero piurano y sentada en su silla daba golpes a un pequeño tambor que se le servía de acompañamiento a su melodiosa voz.
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Hernan
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