Para aquellos que no lo conocen, el teatro invisible hace posible que los actores se mezclen con sus espectadores y éstos serán solamente la trampa para que los espectadores sean, en realidad, los protagonistas. De esta manera, los espectadores no pueden en ninguna circunstancia percibir que se trata de una pieza teatral (sino se pierde la seriedad), la historia se crea entre los actores que van a enseñar la problemática, pero es solamente el inicio que se planea entre los actores, lo demás es todo interactivo. Lo más importante es que se hace necesario un equipo que esté listo para interferir en caso de que perciban que una situación drástica está a punto de generarse.
Lo más rico es poder crear acciones que lleven a las personas a hablaren de sus problemas, angustias, etc. En mi opinión allí está el encanto de esta técnica de interacción. En nuestra diócesis, las experiencias fueron las más variadas posibles, ellos crearon acciones para trabajar temas como: violencia, SIDA, desempleo, embarazo juvenil, drogas, frustraciones, problemáticas diversas de una manera interactiva, rica y dinámica.
Hoy en día, los jóvenes de la pastoral juvenil, que participan en las misiones jóvenes saben que en el momento de poner en práctica la habilidad del Teatro Invisible, es un momento único tanto para los que lo preparan como para los que observan para ver las expresiones y reacción de la población, que son las más variadas posibles.
Los jóvenes de la región de Bragança Paulista, también se dieron cuenta de que la fe está presente en las más variadas formas de interacción y el teatro también proporciona el momento de trascendencia. Porque con la fe y la unión nuestros pasos un día llegarán.
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