by Adolfo Córdova Ortiz
Published on: May 12, 2005
Topic:
Type: Opinions

Cuando bajó del árbol, el mono recogió algunos frutos, miró hacia arriba y vio con rabia a los otros de su especie que lo habían expulsado. Avanzó algunos metros y pronto sintió que aquel lugar le quedaba chico, que lo aprisionaba. Entonces pensó que irguiendo su postura lograría esquivar mejor la vegetación caprichosa de la selva. Emprendió entonces un viaje. Poco a poco continuó transformándose para hacer lo que creía era más cómodo y aceptado por sus nuevos amigos. Varios años después, al pasar por su selva de origen, no dudó un segundo en indicar a sus socios que ése sería el lugar idóneo para construir el nuevo hotel.


¿Qué hay de nuestra generación? Caminamos y nos convertimos en uno solo. A veces sensibles a las necesidades de nuestro entorno, a mantener el equilibrio y volver al origen; compartir sin cobrar, crear para entender y gozar para vivir. Sin embargo, otras tantas nos apartamos a perfumar el ambiente hasta marear a la más pequeña de las especies. Erigimos barreras de indiferencia y aprendemos a consumir. Desgastamos los recursos y nos expulsamos unos a otros. La sociedad del siglo XX no se ha detenido ante el discurso del “progreso”. Los sistemas de producción capitalistas no son nada amables con el medio ambiente y la idea de maximizar beneficios económicos incorporando máquinas y disminuyendo al personal está lejos de cualquier tipo de progreso humano verdadero. Sociedad y medio ambiente somos uno, las acciones que nos afectan como grupo social, alterarán nuestro entorno. El ánimo de un grupo de personas se refleja en las condiciones en que mantienen el lugar donde habitan.
Un nuevo concepto surge inevitablemente, el de “Ecoexistencia”: armonía ambiental y social en un contexto de tecnologías sustentables. Debemos esforzarnos por vivir y construir esta idea. Es necesario entender que debemos desarrollar proyectos que equilibren la balanza y le devuelvan al ambiente su sitio. El potencial que tenemos los jóvenes para conseguirlo debe ser aprovechado, hay que organizarse y crear redes de acción más concretas.
En San Andrés Cholula, Puebla, un grupo de estudiantes que creemos en nuestra capacidad para cambiar la situación a la que estamos expuestos día a día, nos reunimos para formar un grupo ecológico llamado “Helecho”. En primer lugar hemos entendido que el discurso “pon la basura en su lugar” no es suficiente, ni siquiera las campañas “separa la basura”. En la actualidad esas acciones ya no alcanzan, y aunque sí son útiles, lo imperativo hoy es difundir una idea enfocada en el consumo responsable y que tiene que ver con dejar de producir tanta basura. No basta disponer contenedores pintados de diferentes colores, es necesario bajar un escalón y darse cuenta que el problema no es la separación sino la enorme generación de desechos. Según datos del Departamento de Conservación de la UDLA, entre estudiantes y empleados, generamos alrededor de 45 toneladas de basura al mes. Ante estas cifras, en Helecho decidimos hacer algo. Sabemos que la poca o mucha conciencia ecológica en el campus depende de NUESTRA participación. La indiferencia de los estudiantes ante estos temas existe, más que por desinterés, por desinformación. Así que creímos que si difundíamos dentro de la universidad las problemáticas ambientales con las soluciones que están al alcance de todos, un cambio significativo se podría generar. Para ello diseñamos dos acciones concretas que han dado buenos resultados:
Mantenerse informado parece una de las máximas de la sociedad actual. Sin embargo, existen grandes temas olvidados, uno de ellos es el medio ambiente. Debemos esforzarnos por exigir a los medios que le den mayor presencia. Primero hicimos lo que estaba en nuestras posibilidades: publicar en el semanario universitario “La Catarina”. Dentro de la UDLA es el medio masivo mejor posicionado, así que se habló con el consejo editorial para proponerles una columna quincenal de opinión ecológica. El proyecto fue aceptado y lo bautizamos como “La conciencia del mono”. De esta manera, en agosto de 2004, se creó el primer espacio ecológico en la historia de “La Catarina” y de los medios en Cholula, y a lo largo de los meses que han transcurrido, nuestra columna nos ha dado la oportunidad de transmitir consejos de consumo responsable, evaluar las medidas ecológicas de la universidad, mostrar deficiencias y aciertos; y por supuesto exponer problemáticas mundiales y los proyectos que buscan solucionarlas. Hemos tratado de hacerlo de forma creativa, combinando varios géneros literarios e incluyendo imágenes. Es importante cambiar las maneras tradicionales en las que se presenta este tipo de información
Como resultado, pronto comenzamos a recibir correos electrónicos y “Helecho” creció en el número de integrantes. El equipo de reporteros de “La Catarina” inició la separación de sus reciclables y la reutilización de hojas. Un grupo Psicología nos invitó a dar pláticas en varios salones a personas interesadas en disminuir su producción de basura; y finalmente, desde febrero, el profesor Miguel Ángel Rojas del Departamento de Química y Biología de la UDLA, nos invitó a publicar “La Conciencia del Mono” en un espacio semanal para la difusión científica (“Alephzero”), que dirige en el periódico “Síntesis”, uno de los más importantes en Puebla y que se publica además en Tlaxcala e Hidalgo. Este sin duda fue un gran paso para la columna. Nos dimos cuenta que al empezar en lo local se habían abierto puertas mucho más masivas. No hizo falta más que organizarse un poco y conseguimos que aumentara la presencia de temas ambientales en los medios locales. Una medida básica para construir la ecoexistencia es la difusión. Resulta primordial que la gente conozca los problemas, confiamos en el poder del conocimiento y en que cuando la gente entiende algo se vuelve más sensible.
El segundo plan de acción es más complejo y tiene más historia: La Feria Ambiental “GAIA: evolucionemos con la tierra” que surgió, por nuestra iniciativa, hace casi tres años. El objetivo, también la difusión, pero sobretodo involucrar a la comunidad UDLA en los proyectos ecológicos de Puebla y de estados vecinos, a través de talleres, conferencias y visitas guiadas con un enfoque multidisciplinario. Así se han logrado abarcar más zonas de interés obteniendo mayor participación estudiantil. Al final de las tres ferias realizadas hasta ahora, hemos conseguido abrir un espacio para el debate ecológico dentro de la universidad, contactado a otras organizaciones ambientales de Puebla que a su vez nos han invitado a sus proyectos, generado mayor sensibilidad en la comunidad universitaria y encontrado más proyectos ecológicos para que los estudiantes realicen su Servicio Social.
Este año GAIA se realizó los días 15, 16 y 17 de marzo y el reto principal fue, además de vincular a los estudiantes con el municipio de Cholula, crear redes de acción más concretas. Se invitaron instituciones que cuentan con apoyo gubernamental, grupos de activistas independientes y al propio Departamento de Conservación de la UDLA. La idea medular fue generar un foro que permitiera el intercambio libre de propuestas de donde surgieran soluciones viables a problemas ambientales. Varios de los grupos que vinieron necesitaban financiamiento y otros grupos vinieron dispuestos a patrocinar proyectos. Se consiguió generar conexiones y extender los beneficios de GAIA. Muchas veces basta con presentar a dos asociaciones para que se generen acciones significativas. También hubo Mesas de Discusión donde se buscó que los estudiantes propusieran soluciones a problemáticas específicas que plantearan los ponentes. Se habló con personal del Departamento de Servicios Auxiliares para revisar la posibilidad de cambiar algunas disposiciones en servicios alimenticios que fomentan, por ejemplo, el consumo exagerado de vasos de unicel, y llegamos a un acuerdo que disminuirá la generación de este desechable. Se ofreció como cada año, un espacio con stands para que los conferencistas expusieran su información, vendieran sus productos y reclutaran participantes; los estudiantes presentaran Tesis relacionadas con la conservación del ambiente; y particulares mostraran sus productos o servicios ecológicos. Además, al final de GAIA se realizó un compromiso en conjunto con otras asociaciones de la UDLA para organizar una recolección masiva de papel de fin de semestre.
Cabe mencionar que toda la difusión de la Feria se planeó de manera congruente con los ideales de Helecho. Se propuso poca impresión de carteles, con un diseño llamativo y todos en papel reciclado; y en lugar de repartir trípticos con el programa de GAIA, que luego se desecharían, diseñamos separadores de libros que requerirían menos papel, aunque fuera reciclado, con una imagen atractiva de un lado y el horario de las conferencias del otro. La reutilización es un paso primordial antes del reciclaje. Asimismo, y buscando cambiar la manera en que se promueven normalmente los eventos, pensamos en presentar una instalación plástica que atrajera la atención de los estudiantes y los invitara a acercarse a GAIA. Se acordó un proyecto visual con el diseñador Benito Cabañas, que trató de representar la tala desmedida. Resultaría complicado describirlo porque fue un trabajo amplio, expuesto en distintos sitios y con ideas plásticas diversas, una de las que más curiosidad despertó fue la de vendar los troncos de varios árboles en la UDLA (las vendas estaban parcialmente pintadas de rojo para simular sangre), pero basta mencionar que los estudiantes se detenían a observar las diferentes áreas de la instalación y averiguaban de qué se trataba.
Las formas para aumentar la participación deben cambiar, las propuestas de difusión convencionales no son efectivas. Pocas personas identifican los carteles de los eventos en medio de la masa informativa dispuesta en corchos o paredes. Hay que buscar alternativas novedosas para mejorar el posicionamiento de las acciones que emprendemos. El año anterior, para la Feria, conseguimos que dejaran de recolectar la basura en un área para comer de la UDLA, con el objetivo que los alumnos visualizaran todos los desechos que generamos diario. Luego se les convocó con altavoces para recogerlos entre todos. Creemos que existe una falta de conciencia de la producción de basura y que se nos acostumbra a desentendernos de los desperdicios que producimos. Con esta acción logramos que muchas personas se enteraran de GAIA y comenzaran a reflexionar respecto al tema.
Por otro lado y como resultado de las Ferias Ambientales se ha reunido una gran cantidad de información: ponencias, folletos, revistas, libros; que próximamente se colocarán en un estante de la biblioteca de la UDLA. Ya está autorizado, y de esta manera Helecho tendrá un espacio de consulta abierto a todos que fomentará también la difusión de temas ambientales.
Consideramos que el primer paso que debemos dar los jóvenes en las universidades es conciliar la relación hombre naturaleza. La institución debe convertirse en un foro constante para la difusión de la concientización ambiental. Es responsabilidad de todos y en nuestras manos está generar redes de acción. Esos son mis dos principales propuestas: difusión y redes de trabajo más efectivas. Los jóvenes hemos demostrado que es posible. En la UDLA los compañeros cada vez se suman más a nuestras propuestas, y aunque pareciera que no es algo muy novedoso, en realidad no necesita serlo. Lo relevante es hacer las cosas en serio y darlas a conocer. Las necesidades ya están y son muchas, hay que atenderlas. La ecoexistencia sólo se logrará si somos equilibrados y autolimitados. A todos nos corresponde construirla. Hay que hablar de ella, hay que nombrarla, hay que pensarla. Así tal vez nuestra generación comience a entender que la Tierra no es de asfalto. Hace falta volver a ella y escucharla. Detenernos un momento a observar la grandeza de un árbol, sentir su corteza, disfrutar su sombra, recoger sus frutos. Reflexionar un momento y parar ese consumismo ansioso en el que nos anclamos, desgastando nuestro medio y sobretodo reduciendo nuestra capacidad de sentirnos satisfechos con lo sencillo, sin excesos. Luchar por conservar nuestra Tierra, es una misión que compartimos todos. Algunas semillas crecen con la lluvia, otras hay que regarlas.

Cuando subió al último piso de su hotel, el mono entró a un cuarto y se recostó en una cama. De pronto se sintió incómodo con esa ropa tan ajustada y la corbata le pareció una correa asfixiante; extrañó las frutas y la caricia de las hojas que lo refrescaba por las tardes. Se entristeció al comprender que había destruido su verdadero hogar. Intentó dormirse pensando que volvía a su árbol, pero sólo logró convertir el pensamiento en un sueño.



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