by Rolando Zapata Rumiche
Published on: Apr 16, 2005
Topic:
Type: Opinions

Desde hace algunos años, transito entre las librerías y bibliotecas de mi ciudad, buscando información que pueda ayudarme a comprender los vértices tan diferentes que posee el tema ambiental. En una de esas búsquedas, me topé con un artículo el cuál contenía, de manera íntegra, la carta que en 1854 enviara el Jefe indio de Seattle al Presidente de los Estados Unidos de América. La lectura, enriquecedora de por sí, aperturó mi mente a una cosmovisión tan antigua, pero a la vez tan actual… Su análisis no es materia de este artículo; la referencia a este documento se explica por la mención de parte de uno de sus párrafos:

“La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados”

La crítica al accionar del hombre blanco, cuya visión centra su actividad en el aprovechamiento de la naturaleza sin el respeto que ésta se merece, parece recorrer la historia del hombre y situarse en nuestra contemporaneidad. Es verdad… Una actitud moderna, casi generalizada, que olvida las nuevas generaciones y no asume su responsabilidad con ellas, coloca en la actualidad las palabras sustentables del Jefe indio. De suerte que nuestra cosmovisión ahora se apertura al ambiente de una manera conjunta. Esa mirada holística y sistémica, tan defendida por los investigadores actuales, la cuál lleva implícita una visión de futuro, expande su influencia en los grupos que hoy la consideran como condición sine qua nom se entiende su actuación.

El nacimiento de organizaciones dedicadas al estudio del ambiente, ejerciendo además capacidades de propuesta, coordinación, dirección y avaluación de proyectos ambientales, no ha escapado a la consideración del todo ambiental y su correlativa responsabilidad generacional. Lo importante es hacer notar, como el argumento descrito en la carta al presidente norteamericano, dedicado íntegramente a la defensa de “la tierra de sus hijos”, es ahora principio que inspira la creación de nuevas organizaciones ambientales juveniles. Es curioso como las palabras del Jefe indio, si bien no tuvieron eco en las generaciones cercanas, ahora son inspiradoras de todo un movimiento mundial, impulsado justamente por miembros de esas generaciones futuras, de cuyo patrimonio hiciera mención ya en 1854.

El fenómeno de las organizaciones juveniles, creciente alrededor de todo el orbe, si bien no lo determina por completo, da indicadores positivos acerca del futuro de la conservación. Quizás el mayor peligro de los jóvenes es olvidar su historia, la experiencia pasada, aleccionadora y vital. Nadie pensó con absoluta seriedad en las consecuencias del desarrollo desmesurado de las industrias en el pasado. Incluso, ya muy entrado el siglo XX, las alertas mundiales sobre las consecuencias de la contaminación al cambio de siglo, fueron considerados postulados inverosímiles e irreales. Remitiéndonos nuevamente a la carta del Jefe indio, se puede concluir que las nuevas conquistas de ésta generación, no deben olvidar en absoluto el mensaje que deja en la tierra “la tumba de sus padres".

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