La transformación es imperceptible a esas horas
pero las almas se han trocado unas a otras.
Las emociones se colman y se embriagan los sentidos.
El lago se vuelve una sombra; la luna crece
con el ritmo de las flautas y las cuerdas.
Una llama escondida en un abrazo
enciende una hoguera de fuego y melodías.
Una atmósfera alegre se transporta por las venas
y la música se expande por las gotas de rocío
buscando almas; buscando cuerpos.
Zigzaguean chispazos hacia un cielo en vela;
el espacio y el tiempo son de troncos y tierra fría.
Algunos rostros se pierden tras extrañas puertas
y otros, tras miradas cercanas.
Poco a poco, las estrellas se esfuman entre nubes
y los sonidos se mezclan con somnolencia y emociones.
Fuera del círculo de Orfeo duermen otros dioses.
Cuando la última ceniza se haya enfriado,
Cuando el sol que se aproxima proclame el nuevo día
Cuando los cuerpos se separen y los cantos sean olvido
perdurarán el recuerdo de la noche y el hechizo.
Damián Profeta. 18/07/04
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