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Cultura política podría entenderse como las normas, valores, costumbres, conocimiento de los fenómenos políticos y ejercicio activo de los mismos. Dado que pretendo caracterizar la cultura política en la Argentina, no puedo trasladar el concepto sin mencionar sus debilidades y fortalezas y los cambios que en el se ocasionan al contextualizarlo en mi país. No puedo hablar de una cultura política participativa cuando existen grandes problemas como la pobreza, el desempleo y la mala distribución de los ingresos, entre otros, que no la permiten. Y no la permiten porque al no cumplirse los derechos sociales como la educación y el acceso a los servicios básicos, no puede haber un ejercicio efectivo de los derechos civiles, y finalmente de los que nos interesan en cuestión, de los derechos políticos.
Es necesaria una educación política, que provea al ciudadano de una formación que lo involucre en la sociedad, que lo haga participe de la toma de decisiones, es decir, que sienta que sus decisiones particulares pueden ser y son reflejadas por sus representantes.
Nos encontramos con una crisis de representación, un modelo económico neoliberal que genero en su beneficio una cultura política apática, la cultura del individualismo, de la no participación y del consecuente rechazo a creer en que los políticos pueden generar cambios.
Rousseau dijo en su Contrato Social, “los ingleses creen ser libres cuando votan a los miembros del parlamento ingles, pero no lo son”, trasladado a nuestro pais, uno de los ejercicios democráticos mas populares, el voto, peligra justamente el creer en este como el único momento de ejercicio democrático. Delegar el poder a un representante no significa olvidarse de la vida publica y dedicarnos solo a nuestras esferas privadas, o por lo menos en mi opinión no debería. Mejor aun, debería considerarse que el poder político sigue estando en manos de los representados, siendo los representantes los encargados de ejecutar los deseos del pueblo. Pero esto no sucede, en una sociedad que autores como Lipovetzky o Rojas, describirán como hedonista, es decir en cuyo sentido común esta la exigencia del placer por sobre todo y del no comprometerse mas que con uno mismo. Esta cultura del anti-sacrificio es enemiga de una cultura política positiva, ya que ante el contexto critico argentino, hacen falta manos sacrificadas, que luchen, que se embarren y que elijan dar de si lo mejor que tienen para crear y fortalecer una vida en democracia.
Dentro de las fortalezas de nuestra cultura política se encuentra la de contar con sujetos que deciden no estar al margen de la realidad, y se asocian, se unen, y comparten intereses y preocupaciones que canalizan creando nuevas instituciones, o encontrando apoyo de otras. Son en quienes podríamos ubicar la contra cara, es decir, el propósito, al menos aparente, de llevar adelante objetivos compartidos con el Estado, como el de generar el bienestar de la nación. Al menos ellos supieron como ejercer la democracia, y pudieron formar una mentalidad conciente de la importancia de la actuación en el nivel público. Entre el Estado en crisis, y estas instituciones creadas como respuesta a los problemas sociales, políticos y económicos del pais, llamadas hoy Tercer Sector, se intenta reconstruir una forma de vida que vea la totalidad antes que la individualidad, con esto quiero decir, que tenga en cuenta los intereses generales por sobre los particulares. Autores como Tocqueville, Kant y Rousseau, creían en la posibilidad de hacer de las leyes del Estado las leyes propias, en un potencial autogobierno. Seria la concientizacion la que nos ayudaría a llegar a un autogobierno, que no seria mas que ser sujetos democráticos, dándole vida al pais, creando un poder desde abajo, y respetando las voluntades generales que no serian mas que serian las propias.
Asociaciones Civiles, ONG’s, movimientos sociales, agrupaciones barriales, son mecanismos de participación que están buscando las vías de tener un rol protagonista, junto al Estado en mejorar las condiciones de la calidad de vida, y en un mayor acceso equitativo a las oportunidades. Es una fortaleza saber que se esta generando un trabajo en conjunto entre ambos actores políticos y sociales (Estado y Tercer Sector). Que se buscan las maneras de complementarse, de ser una verdadera comunidad, y de no mirar hacia el poder por el poder mismo, sino hacia el poder para el bien.
Formar un equipo, tener líderes activos y comprometidos, crear proyectos e implementarlos son ejemplos concretos de pasos agigantados para construir una cultura política argentina con bases fuertes y objetivos a largo plazo.
Podríamos soñar en un futuro con una cultura política en la cual todos pueden involucrarse, donde los obstáculos sociales ya no serian un problema, y quizás muchas personas podrían organizarse desde sus lugares, utilizando por ejemplo vías tecnológicas como Internet.
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Gabriela Alvarez
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