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Aportes de la sociedad civil para una sociedad más justa Printable Version PRINTABLE VERSION
by Mariana Ballestero, Argentina Mar 14, 2004
Human Rights   Opinions

  

5. Las acciones orientadas a que varones y mujeres compartan responsabilidades familiares se mantienen casi por completo en la esfera jurídica, sin traducirse a prácticas concretas. El trabajo no remunerado de las mujeres en la familia sigue siendo desvalorizado, tanto por sus familias como por sus compañeros, y hasta el momento no se lo incluye en las cuentas nacionales ni se fomentan suficientes políticas para hogares encabezados por mujeres.
6. A pesar de las sanciones que prevé la legislación nacional respecto a la violencia ejercida sobre mujeres y niñas, no se han desarrollado cambios culturales de importancia en la práctica y el trato violento continúa oculto en los espacios de la vida privada.
7. La promoción de una cultura de la paz permanece ausente en los medios de comunicación, quedando casi exclusivamente en manos de aquellas organizaciones que abrazan esta premisa como un valor. Puede decirse además, que no alcanza con mostrar a las mujeres en roles no estereotipados. Es fundamental mostrar a las mujeres interactuando con los varones, de igual a igual, luchando ambos en forma creativa y solidaria tanto por objetivos comunes como por la realización individual de cada una y cada uno, más allá de cualquier estereotipo y en todos los niveles generacionales.
8. Si bien existen discursos que fomentan el desarrollo sostenible, no se han desarrollado mecanismos que aseguren oportunidades a las mujeres para que participen en la adopción de decisiones sobre el medio ambiente.
9. A pesar del activismo de muchas de ellas, las mujeres de los pueblos originarios no han obtenido la visibilidad, el reconocimiento y el apoyo necesario en nuestro país para llegar a tener el protagonismo y los recursos que se merecen en las cuestiones que las afectan más directamente.
10. La revisión y modificación de la participación de las mujeres en la elaboración y ejecución de políticas sociales y macroeconómicas en nuestro país, en la práctica no se traduce en una presencia auténticamente plena e igualitaria de las mujeres, lo cual parece depender de su escaso desarrollo como actor social que atraviese todos los niveles de la sociedad.
Hasta aquí pueden realizarse algunas reflexiones:
En primer lugar no podemos ignorar que ha habido avances, sobre todo a nivel legislativo. Pero todos sabemos que las leyes no necesariamente modifican prácticas sociales. En este sentido, es importante incorporar la perspectiva de género en el ámbito más amplio de la participación comunitaria. Para alcanzar una auténtica equidad de género es necesario desencadenar una verdadera revolución cultural que implique un proceso de cambio sostenido y de largo plazo, para lo cual es clave el involucramiento intergeneracional.
Por otro lado, debemos tomar conciencia de que las mujeres son una minoría sociológica, a fin de esclarecer que su situación de desventaja es producto del rol de subordinación que han ocupado en nuestras sociedades y no de una cuestión numérica, lo que es cualitativamente diferente. No debemos olvidar que las mujeres siguen teniendo a su cargo la socialización de las generaciones más jóvenes y el cuidado de las mayores, por lo tanto, fortalecer a las mujeres es una acción multiplicadora de beneficios para otros sectores que también se hallan relegados en nuestra sociedad.
Desde una perspectiva de género se entiende que la diversidad de intereses entre varones y mujeres implica un conflicto que debe ser negociado. En este sentido, el empoderamiento de las mujeres necesita del desarrollo de procesos que permitan sentar las bases para que la negociación de estos intereses se realice en condiciones de igualdad. Para promover una negociación en condiciones de igualdad es necesario generar nuevas formas de pactos sociales, no sólo entre varones y mujeres sino también entre generaciones. Equiparar la balanza de poder, a su vez, favorece el desarrollo de acciones más responsables y solidarias respecto de las y los otros actores.
El empoderamiento de las mujeres hace referencia a un fenómeno relacional, y como tal debe ser pensado y abordado simultáneamente en todas sus dimensiones, teniendo presente tanto la problemática femenina como su contraparte, la de los varones. En este sentido, los varones tienen por descubrir todos los beneficios potenciales encerrados en la posibilidad de redefinir y renegociar roles y funciones.
El aumento de la autoestima de las mujeres debe ser acompañado por una auténtica valoración de sus roles y actividades por parte de la comunidad. También las y los voluntarios muchas veces se ven en la misma situación, justamente porque el trabajo de las mujeres queda invisibilizado en el ámbito privado como la supuesta realización de su género en el hogar. El trabajo doméstico no es valorizado cuando lo realiza el ama de casa porque se supone que ésa es su vocación y su deber al mismo tiempo. En el caso de la participación de las y los voluntarios, si bien se da más comúnmente en el ámbito de lo público, no existe un cálculo del aporte que significa su trabajo en las cuentas nacionales, ni se disponen los recursos necesarios para que sus tareas puedan realizarse óptimamente.







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Mariana Ballestero


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