by Damian Profeta | |
Published on: Nov 19, 2003 | |
Topic: | |
Type: Opinions | |
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Ponencia presentada en la “Primera Jornada de Discusión sobre Consejos Locales de Juventud”, organizada por el Proyecto Juventud de FLACSO y la Mesa de Concertación Juvenil de la Ciudad de Bs. As.; llevada a cabo el día sábado 7 de noviembre de 1998, en la Sede Argentina de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. INTRODUCCIÓN. Buenos días, primero quiero aclarar que el presupuesto desde el que parto en mi exposición es que las políticas públicas de juventud, hasta el día de hoy, han sido escasas e insuficientes, y sería difícil decir que hay algún ejemplo exitoso que pueda mencionarse. La cuestión entonces, sería preguntarnos por qué el fracaso de las políticas públicas de juventud y qué es lo que debe hacerse para que esto cambie. A partir de que 1985 fue declarado “Año Internacional de la Juventud”, los gobiernos comenzaron a prestarle especial atención a la situación de los jóvenes y aceptaron que si bien participamos del éxito o del fracaso de una determinada sociedad, sufrimos problemas especiales propios al sector. Ya sea por repercusión de los problemas generales, que limitan de modo particular nuestras posibilidades, ya sea de modo directo, por afectarnos específicamente a los jóvenes. Con respecto a lo antedicho, las Naciones Unidas nos han distinguido a los jóvenes como “segmento etario de población, con una realidad plural y heterogénea, que se encuentra en un período de transición hacia la vida adulta, en circuitos de desarrollo bien diferenciados”. La juventud no sólo sería entonces una etapa biológica, sino que también una posición social, culturalmente atribuida y socioeconómicamente condicionada, siendo la edad una premisa necesaria pero no suficiente. Es porque los jóvenes representamos un grupo social estratégico, que se justifican el diseño y ejecución de políticas y la promoción de una legislación que posibilite la protección de nuestros derechos. En Argentina, a pesar de haberse producido un avance importante en cuanto a la consideración del joven como sujeto destinatario de políticas específicas a partir de 1985, manifestándose esto en la continua y sostenida creación de organismos estatales, no ha significado la implementación de una política sostenida y efectiva que redundase en beneficio para los jóvenes.MODELOS VIGENTES. EL CASO ARGENTINO. NUESTRA PROPUESTA: INTRODUCCIÓN A UN MODELO PARTICIPATIVO. Cuando hablamos de políticas orientadas a generar participación de los jóvenes debemos aclara, primero, qué modelo de políticas públicas queremos y, segundo, qué entendemos por efectiva participación juvenil. El primer paso es pensar en un modelo de política pública que nos haga partícipes de las decisiones que nos afectan, a través de la cual se generen espacios y oportunidades que garanticen la libre expresión de nuestras demandas y propuestas a la sociedad. En el orden de los organismos encargados de desarrollar las políticas públicas de juventud existen básicamente: · Estructuras centralizadas, generalmente los Institutos, Secretarías, Direcciones, etc., de juventud, locales, encargados específicos de la problemática juvenil. · Estructuras transversales, fundamentadas en que los problemas de los jóvenes son cuestiones que atraviesan transversalmente todas las áreas del gobierno (generalmente como Comisión Interministerial, es el caso de España). Cabe aclarar que también existen sistemas “mixtos” en Estados donde existe un Instituto de la Juventud y una Comisión Interministerial, por ejemplo, y juntos elaboran los Planes para el desarrollo juvenil. · Lo que puede llamarse “la no estructura”, en Estados en los que los jóvenes sólo se ven beneficiados por programas destinados a toda la población, de la que el joven es constituyente. Así mismo, desde la Mesa de Concertación Juvenil, pensamos que toda política debe partir del reconocimiento de nuestro potencial, como eje conductor de una propuesta orientada a paliar las oportunidades, para que podamos asumir como corresponde nuestro papel en la formulación de un proyecto de un nuevo contrato social y por consiguiente de una nueva sociedad, más justa, tolerante y solidaria. Ante el vacío que nos propone la política estatal de juventud, los jóvenes, desde nuestras organizaciones y en la Mesa de Concertación Juvenil, nos propusimos elaborar una propuesta de modelo de cooperación para el desarrollo, un mecanismo hasta ahora nunca aplicado en la Argentina, aunque en otros países de América hace desde algún tiempo que se aplica con éxito y en los países de Europa es un mecanismo plenamente afianzado y desarrollado. Quiero destacar tres aspectos fundamentales que no deben perderse de vista durante las instancias de elaboración y ejecución para que la política a desarrollar sea efectiva, en cuanto a llegada a la población y aprovechamiento de los recursos: Þ INTEGRALIDAD: deben encararse acciones que no se superpongan, sino que se complementen y respondan a las necesidades de los jóvenes, tanto a nivel colectivo como individual. Þ PERDURABILIDAD: deben ser acciones que cuenten con mecanismos diversos que permitan su real proyección en el tiempo, implementando mecanismos de seguimiento y evaluación del impacto. Þ PARTICIPACIÓN: (y aquí quiero profundizar sobre este concepto, que será el eje desde el que trataré de fundamentar la estrecha relación entre la ventaja en cuanto al rol de los jóvenes como consultores, promotores y cogestionadores del desarrollo y la consiguiente eficacia y aprovechamiento de los recursos a destinar por el Estado, para la implementación de sus políticas publicas de juventud). Hablamos de participación de los jóvenes, entendida como mecanismo de intervención de los mismos en el proceso global de decisión. El Estado debe garantizar un rol activo y protagónico de los jóvenes en todo el proceso de implementación de políticas que lo tengan como sujeto, y no en el papel de meros beneficiarios pasivos, propiciando el diálogo y el encuentro entre las diversas agrupaciones juveniles. Participación también significa comunicación, lo que al mismo tiempo exige información, es entonces que el establecimiento de efectivos mecanismos de circulación de la información son imprescindibles a la hora de la implementación de políticas públicas de juventud. Como paso siguiente, desde la Mesa de Concertación Juvenil, vemos que pueden observarse tres tipos de políticas de juventud, básicamente: 1. Las políticas para la juventud, que parten de una visión paternalista, donde los jóvenes somos identificados como seres en debilidad, inexperimentados o lo que es peor: peligrosos. Generalmente este tipo de políticas tiene escaso o nulo éxito en la satisfacción de necesidades, debido a diagnósticos y evaluaciones previas que no se condicen con la realidad de los jóvenes. 2. Las políticas por la juventud: las políticas son implementadas por los jóvenes, lo ineficaz de este tipo de políticas es que los jóvenes adoptan un rol pasivo, no participan en las etapas previas a la ejecución, sino que la acción es impuesta. Consideramos que, casi exclusivamente, se han aplicado hasta hoy uno u otro tipo de políticas juveniles, con mayor o menor pasividad de los jóvenes. Pero existe otro tipo de políticas juveniles: 3. Las políticas con o desde la juventud: fundadas en la cooperación al desarrollo y la solidaridad. Es la única que genera participación de los jóvenes ya que no sólo se encargan de la ejecución, sino que participan desde el inicio de la generación de las políticas. Predomina el rol activo y socializador de los jóvenes y promueve la tolerancia. Este es el tipo de políticas que desde la Mesa de Concertación Juvenil de la Ciudad de Buenos Aires aspiramos a concretar desde el futuro CONSEJO DE LA JUVENTUD DE LA CIUDAD.Son características inherentes al tipo de consejo que propiciamos, y establece la Constitución de la Ciudad, su carácter consultivo, honorario, plural e independiente de los poderes públicos. Estamos convencidos que al intervención activa de los jóvenes desde las organizaciones juveniles concertadas en un consejo juvenil es garante del éxito de las políticas, en su rol de consultor, ejecutor y contralor. Porque lo más importante de una política de juventud es que no resulte un conglomerado de acciones dispersas y extemporáneas, sino consensuada y participada. La importancia de la participación de las organizaciones de jóvenes desde un consejo de juventud es que se implementan el ejercicio de la ciudadanía y la convivencia democrática, conductas de tolerancia y respeto, y se amplía la visión del mundo. Los problemas que debe sobrellevar la sociedad y la cantidad de necesidades insatisfechas que se nos presentan a los jóvenes exigen estructuras preparadas para la reflexión y que estén en condiciones de exigir a los gobiernos acciones concretas y efectivas. Mediante el establecimiento de mecanismos de participación de los destinatarios de los programas se logra consenso en cuanto a políticas globales y desarrollo de programas puntuales, se produce el ahorro de recursos en cuanto su asignación se hace más focalizada y pertinente, donde el voluntariado es protagonista y por eso los resultados son óptimos. La participación de los jóvenes correctamente canalizada debería ser una prioridad de la Democracia, en cuanto restablece los lazos sociales que la crisis económica tiende a romper. Para finalizar, pienso que Ítalo Calvino sintetiza en una frase el sentido de la participación: “Hacer todo lo posible para dar un sello razonable y humano al mundo, con más motivo cuando éste se nos presenta insensato y feroz.” Damián Profeta damianprofeta@argentina.com « return. |