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Villas de emergencia: los dos monstruos Printable Version PRINTABLE VERSION
by Flor Benson, Argentina Nov 17, 2003
Poverty   Opinions

  


Esperamos sentados a que el Estado nos de todo lo que necesitamos, lo cual siempre será poco, insuficiente; siempre exigiremos más. Y protestaremos cuando no nos lo dé; habrá que patalear, gritar, romper cosas, armar un espectáculo para que Papá-Estado nos preste atención y, cansado de escucharnos, quiera calmarnos con un caramelo (los niños no escuchan razones). Esta cultura del subsidio se ha entramado en nuestra conciencia colectiva de manera tan profunda, que ya hemos olvidado sus causas y ahora se nos presenta como “un derecho”.

Esto es así a tal punto que se confunde el derecho a la calidad de vida digna, al trabajo, a una vivienda, al alimento, educación y salud, con un Estado omnipotente, paternalista, que todo lo puede y todo lo debe. Estamos de acuerdo en que el Estado debe tener una presencia activa en todas estas áreas y muchas más, pero debe garantizar el acceso a todas estas cosas, mediante el trabajo y el esfuerzo; y no, proveerlas directamente. La cultura del subsidio ha desplazado a la cultura del trabajo, del esfuerzo, de la satisfacción genuina, (ya lo dice el tango: “el que no llora no mama, y el que no afana es un gil”).

Así, pues, quedan esbozados los dos grandes obstáculos a los que debemos enfrentarnos para erradicar las villas de emergencia y la pobreza en general. Vemos que se trata de problemas muy profundos que no se remiten a factores únicamente económicos, financieros, ni siquiera políticos. Son dos problemas de índole cultural y social; ergo, educativos. Hay que educar a los recién llegados al mundo y re-educar, en la medida de lo posible, a sus padres. Hay que cultivar los valores cívico-políticos y éticos, insertos en una cultura del trabajo, del esfuerzo (personal y colectivo), de la cooperación y solidaridad.

Es por esto que, por más moderna y efectiva que sea la metodología utilizada, jamás podrá llevarse a cabo si no eliminamos primero a estos dos monstruos que custodian la entrada al Desarrollo. Porque el problema argentino no es un problema de metodologías mal diseñadas o mal implementadas, sino de la posibilidad –hoy, nula- de concebir la necesariedad de realizarlas.

Y quienes tenemos la suerte de no depender de las limosnas de Papá-Estado, y además contamos con la energía y el idealismo de la juventud, debemos asumir la responsabilidad que nos cabe: extender los brazos, agarrar firmemente al que está del otro lado y ayudarlo, con toda nuestra fuerza, a saltar la brecha y pasar al otro lado. Al nuestro.


Florencia Benson
Partido por una República con Oportunidades (PRO)
noviembre de 2003





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