by Cristino Alberto Gómez Luciano
Published on: Sep 13, 2008
Topic:
Type: Short Stories

Hoy es un hermoso día, definitivamente. Un radiante sol hace presencia desde llegadas las seis de la mañana, cuando los estudiantes y obreros de la escuela iniciaron sus labores en el campo. Levantarse a las cinco es lo difícil. Una vez tomado el café mañanero, el camino ya no es tan pesado. Pero si no se ha echado nada en el estómago, en eso de las diez da un hambre en cuadritos al que se encuentra junto al sol en pleno trabajo.

Pero este es el día cómodo para Nelson. No es un día libre, pero las clases terminan a las nueve como todos los viernes. Entonces aprovecha para ganarse unos colones como guía turístico. Cada semana llega al menos un grupo de visitantes con el deseo de conocer las diferentes áreas de la escuela de agronomía. Esta vez el trayecto no será demasiado largo: sólo les da un paseo por la sección de pecuaria, les habla sobre los corrales de semiconfinamiento, sala de ordeño y sistemas integrados en la finca de producción animal. Total, esos turistas no saben ni siquiera que la leche viene de las vacas.

-Pues bien, señores. Aquí tenemos la finca integrada de producción animal. Por este lado está la pocilga. Si se fijan, el olor no es tan fuerte como en otras fincas.

-¿A qué se debe? - pregunta uno de los visitantes, usando el cuello de su camiseta para cubrirse la nariz.

-Sencillo. Esto se debe al uso de un producto desarrollado en Japón hace como treinta años, básicamente un cóctel de microorganismos llamado Efficient Microorganisms.

Los turistas lo escuchan atentamente, imaginando cómo han de heder las otras fincas en las que no se usa nada para reducir los olores. Total, menos mal que su recorrido no incluye la molestia de visitarlas. Les es suficiente con el vaho de esta pocilga de la que se les dice no genera ningún olor desagradable.

Por la carretera se oyen los gritos lejanos de alguien, como arreando algún animal. Mientras tanto, el recorrido continúa, dirigiéndose esta vez al área de bovinos. El guía les enseña el corral circular, alrededor del cual están las celdas destinadas a operaciones de manejo con terneros y con vacas para inseminación artificial.

-A los terneros les gusta caminar hacia atrás. Este corral es un tipo de trampa, pues mientras ellos caminan a la orilla van haciendo un círculo y piensan que retroceden. Por eso bajo este diseño su manejo es mucho más fácil que si se tratara de un corral rectangular.

De allí se dirigen a la sala de ordeño. En las afueras el sol arrecia. Los turistas rodean al guía, que se ha detenido de espaldas al corral que temprano en la mañana es ocupado por las vacas en lactancia.

-Y un punto muy importante es que en esta escuela promovemos el bienestar animal. Es por tal razón que ustedes oyen esa música suave, la cual se coloca para que las vacas se sientan relajadas a la hora de ser ordeñadas. Se ha demostrado que esto influye en el rendimiento. En general, todas las prácticas de manejo son pacíficas, pues consideramos que los animales merecen respeto al igual que nosotros los humanos.

Los visitantes escuchan atentamente las novedosas explicaciones. Unos que otros empiezan a perder la concentración mientras oyen acercarse la voz del muchacho que viene tras una novilla. En su mano izquierda trae un repuesto para el varejón que despedaza sobre las ancas y costillas del bronco animal.

Mientras tanto, Nelson, concentrado en sus explicaciones frente al grupo, aún no ha reparado en la escena que luego busca con la mirada, mordiéndose los labios. Observa unos segundos, sin poder creer lo que ven sus ojos. El que llega es uno de sus compañeros estudiantes, que gesticula un saludo desde la entrada al corral.

Nelson regresa la mirada al grupo y se percata de que ya no queda un alma. Entre las notas musicales de la sala de ordeño, oye aún la voz del compañero junto a la novilla y, más diminutos, los sonidos de las gotas dispersas que empiezan a golpear el techo y seguidamente se esfuman con el cálido sol tropical.

Cristino Alberto Gómez
1 de abril del 2008

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