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“La paz está a nuestro alcance” es el título de un artículo publicado hace algunos días por Reforma escrito por David Dadonn, embajador de Israel en México. Es a este artículo al que haré referencia en esta ocasión.
En tal artículo, el embajador asegura que aún es posible lograr la paz y que no debe olvidarse el “progreso tremendo” que se alcanzó con los acuerdos de Oslo en los que “por primera vez en la historia... las dos partes (Israel y Palestina) han reconocido los derechos de cada uno a tener su propio Estado y gozar de auto-determinación”.
Lo anterior no es del todo cierto. Lo es si se observa desde el lado israelí, después de la firma de los acuerdos, Palestina y otros países árabes, reconoció a Israel como un Estado (soberano y con libertad de autodeterminación), reconociendo su derecho sobre cierto territorio y la posibilidad de autogobernarse, contar con sus propias instituciones y leyes, etcétera. No fue así si se analiza desde la perspectiva palestina.
Los acuerdos de Oslo (firmados en 1993) estaban hechos para beneficiar solo a Israel y dar migajas a Palestina, en ellos la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) reconocía el derecho de Israel de existir como Estado, mientras que Israel por su lado simplemente reconocía a la OLP como representante del pueblo palestino, sin reconocer a Palestina como un Estado, sin mencionar la retirada de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados o el regreso de los más de cuatro millones de refugiados. Esas son solo algunas de las incongruencias y desigualdades en los acuerdos de Oslo.
Para el embajador, fue “la salida precipitada de las fuerzas israelíes de sur del Líbano en mayo del 2000, hasta la frontera internacional con este país, ha sido interpretada por los palestinos de una manera que los israelíes no habían previsto”, creo que esto no es del todo real, porque a pesar de ser cierto que las negociaciones continuaron durante 7 años (desde 1993 hasta 2000), la violencia no cesó en todo ese tiempo.
En 1994, los recién firmados acuerdos fueron estrenados con la matanza en Hebrón; en 1995 Itzhak Rabin es asesinado, y durante el gobierno de Netanyahu la población palestina no dejó de sufrir la destrucción y ocupación hasta 1999. Los ataques suicidas de palestinos en territorio israelí tampoco cesaron. Así que la violencia no estalló en el 2000, era una bomba de tiempo que simplemente estalló en septiembre de ese año.
La paz que se pretendía alcanzar en 2000 antes de la intifada era simple maquillaje. Los acuerdos evitaban temas tan escabrosos como los refugiados, Jerusalén, la ocupación y los asentamientos judíos en palestina, el agua, así como determinación exacta de las fronteras entre uno y otro pueblos.
No es que los palestinos hayan creído que la violencia era un mejor camino para lograr la paz, en definitiva, la paz tiene que ser el camino, pero una paz justa, con igualdad y en donde ambos pueblos reconozcan soberanías y derechos, donde ambos pueblos se conduzcan en igualdad de condiciones.
La generalización que el embajador Dadónn hace es sumamente peligrosa, afirmar que “los palestinos los palestinos llegaron a la conclusión que quizá, con una estrategia semejante a la del Hezbollah en el Líbano, podrán ellos conseguir más logros que en la mesa de negociaciones” es tanto como afirmar que “los israelíes pretenden la exterminación de los palestinos” o que “los judíos robaron a los palestinos su territorio”.
Para dar pasos seguros a la paz debe cuidarse lo que se dice pues afirmaciones como éstas pueden tener consecuencias nefastas si en realidad se quieren reiniciar las negociaciones. 1948, año que para Israel es motivo de festejo para los palestinos es motivo de desastre. 1948 fue la fecha de creación del Estado de Israel y desde entonces, desde antes, Palestina también pelea por ser reconocida como un Estado con esos mismos derechos y sin esas dificultades de las que habla el embajador.
El sueño de paz no es añorado solamente por los ciudadanos israelíes, lo es también por los ciudadanos palestinos. No puede culparse a los palestinos por lo que Hamas, el Hezbollah o la Yihad Islámica hacen, sería tanto como culpar a los propios judíos del holocausto.
La hoja de ruta es un paso para iniciar nuevamente, las negociaciones y pláticas de paz, pero los términos de la misma y su resolución final no pueden estar fincadas en un instrumento tan defectuoso, parcial e injusto para Palestina, donde se les exige todo y no se ofrecen más que migajas.
En Europa existen intelectuales que han trazado verdaderos “mapas” para la paz en la zona, tal vez habría que considerar sus posturas y tomarlas en consideración. Finalmente estando tan cerca, el destino de los palestinos perseguirá al de Israel, aunque éste último no lo quiera así.
El embajador Dadonn considera que la paz aún está al alcance, es cierto, la paz estará al alcance cuando las condiciones sean justas para ambos pueblos y el reconocimiento y derechos sean otorgados por igual. Si continúan existiendo declaraciones en las que se culpe de todo a los palestinos y por ello se justifique el no otorgarles lo que por derecho les corresponde, difícilmente podrá avanzarse en un camino hacia la paz.
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Solange
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